miércoles, 13 de junio de 2012

Confesión



Caminan por la noche, se ríen, hablan. Es un buen amigo, Laura, un muy buen amigo. A veces, o casi siempre, te ayuda a dejar de llorar y de pensar tanto. Llegan a la puerta de tu casa, te dispones a entrar y te dice:
-Me gustas, mucho.

Se detiene el mundo un rato mientras tratas de encontrar la respuesta correcta. No la hay, sólo está la verdad y lo que le gustaría escuchar. La verdad es que no te gusta, que tienes el corazón ocupado y que agotaste todo el amor que tenías. Lo que le gustaría escuchar sería sólo una vulgar mentira para no hacerlo sentir mal y para no sentirte mala. Laura, no querer a alguien no te hace mala, eso ya lo sabes.

No sabes qué decir, por tu cabeza pasan miles de imágenes que se resumen en: "¿cómo llegó a esto?". Entonces tu mente pasea por memory lane y recuerdas cómo llorabas y cómo intentaba calmarte y como se apoyaron en sus soledades y encontraron el uno en el otro grandes compañías en la soledad. Recuerdas el apoyo y las palabras de aliento y las risas que al final terminaban en llanto. Contigo todo siempre termina en llanto, Laura. Entre los recuerdos intentas buscar dónde la cagaste, dónde lo confundiste, qué hiciste para maldecirlo así. Desde hace tiempo que piensas que ojalá nadie se enamore de ti porque no podrías corresponderlo. Ahora que sucedió, ¿cómo revertir esto? ¿Qué hacer o decir?

Ay, Laura, no quieres ser cruel. No quieres romper corazones como se rompen las promesas: en silencio y con descaro. No quieres romper corazones como rompieron el tuyo, ni quieres que sientan que no valen la pena. Ya sabes lo que se siente, no quieres hacer que nadie pase por lo mismo. No quieres tener a nadie más, nunca, y quieres que lo entiendan. Que entiendan que quieres tener muchos amigos con los cuáles divertirte y reírte y olvidarte que algún día hubo uno solo que te hizo reír. Quieres tener muchos amigos que rellenen el tiempo y los días que pasan sin que regrese. Amigos divertidos, amigos que te apoyen, amigos que estén ahí y para los cuáles estar ahí, siempre. Eso es lo que puedes ofrecer y lo que quieres que te ofrezcan, amistad.

De todas maneras no lo comprendes, no comprendes de dónde sacó la valentía para venir y decirte esto ni qué esperaba al decirlo. No comprendes por qué tú, por qué quiere una persona a la que probablemente ha visto llorar más que sonreír. No comprendes por qué, de todas las personas, tenías que ser tú y casi lo culpas por ponerte en ésta situación. No comprendes por qué, a pesar de que sabe todo lo que has pasado y te ha escuchado decirlo mil veces, decidió ignorar que tú amas a alguien más. En especial, no comprendes por qué no quiere ser corazón cobarde y esconderse y no permitirse querer a alguien que sabe que no va a poder tener. No comprendes por qué se lanza al vacío como tú.

Es que, Laura, no entiendes que eres mágica, que eres especial, ni que, sin quererlo, la gente a veces se enamora, como lo hiciste tú. No entiendes que él tiene sus razones como tú tienes las tuyas que nadie entiende, a veces ni siquiera tú. No entiendes que no es lo mismo, que no es un capricho suyo de la misma manera que no es un capricho tuyo. Que hay cosas que no se pueden controlar, como los sentimientos, como los sentimientos que sufres y que no puedes erradicar, es igual. No entiendes que esto no es hacerle daño porque no es a propósito y que si algo debes hacer es por lo menos aplaudir su coraje y ser honesta con él.

-Me da mucha pena porque tú sabes que todavía lo amo.


Voy escribiendo esta entrada hace semanas. La borré y la volví a escribir. La guardé y la edité y la volví a guardar. Hoy la publico, de una vez por todas. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

La foto es de aquí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta como narras en segunda persona :)

Lele dijo...

Qué bonito! Me alegro que te haya gustado ♥