jueves, 5 de diciembre de 2013

Nos vamos a conocer

Nos vamos a conocer y pensarás que soy tierna y yo pensaré que eres gracioso.
Me agregarás a Facebook y conversaremos de cosas sin importancia hasta la madrugada.
Pasarán las semanas y probablemente saldremos a algún lugar los dos solos.
Te darás cuenta que no puedo parar de comerme las uñas y me daré cuenta que no te molesta.
Me preguntarás sobre mis hobbies y yo no mencionaré que escribo un blog.
Te preguntaré sobre tu infancia y me contarás alguna historia idiota, graciosa, sin importancia.

Eventualmente saldremos de nuevo, y otra, y otra vez.
Tal vez te deje besarme y tú me dejarás sostener tu mano mientras caminamos.
Comeré helados y dulces y tú solo me observarás ensuciarme la cara, y te reirás.
Mirarás a la gente y recordarás historias que nunca me dirás.
De repente, un día me preguntarás si quiero estar contigo y yo me reiré y diré que sí.
Porque así es como van las cosas.

Entonces, saldremos más y estaremos juntos más tiempo.
Vendrás a mi casa y te contaré lo que sucedió en el día.
Me verás estudiar y yo ignoraré tu presencia por momentos.
Me acostumbraré a ti y tú te acostumbrarás a mí.
Te acostumbrarás a mis momentos de ausencia y me acostumbraré a tus silencios.
Me acostumbraré a tus enojos y te acostumbrarás a mi indecisión.
Nos acostumbraremos el uno al otro, a todas esas imperfecciones que no nos molestarán.

Me amarás.
Y yo te amaré menos de lo que le amé a él.
Me amarás más de lo que ella le amó a él.
Y te amaré menos de lo que tú me amarás.

Pero, al fin y al cabo, nos amaremos.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Adiós



Adiós a jugar en la cocina, a que me cargues en tu espalda, a que me lleves a mi cuarto y me sientes en mi cama para que te cuente qué hice hoy.
Adiós a correr a buscarte, a recogerte del trabajo, a esperarte leyendo libros de poesía.
Adiós a Cuzco, a Santa María, a casi Puerto Rico, al salar de Uyuni y a encontrarnos en Disney, en París.
Adiós a tus indecisiones, a mis recelos, a los resentimientos que nunca supimos manejar.
Adiós a tenerte dormido a mi lado, a la compañía mientras estudiaba, a las despedidas de madrugada.
Adiós a que engordes conmigo, que hagas dieta sin mí, al KFC y las tortas y el ron.
Adiós a tus ojos de perrito, a mi sonrisa eterna, a tu mano en mi mano, a tu frente en mi hombro.
Adiós a ti conmigo, a mí sin ti, a tu madre y a tu abuela que siempre me adoraron.
Adiós a tres años hermosos, tortuosos, eternos.

Adiós a mí, a Lele, a Laura, al pedazo de alma que te llevas y que siempre me faltará.
Adiós a ti, precioso, único, verdadera muestra que aprendí a amar.

Ni todos los adioses del mundo serían suficientes para despedirme de ti.


La imagen es de aquí.

martes, 12 de noviembre de 2013

Un hoyo vacío



Ay, Laura, te encuentras de nuevo en el mismo lugar. En el mismo hoyo vacío y confuso al que sueles regresar cuando las cosas no salen bien, cuando la gente no te quiere como tú los quieres.

Regresas al mismo hoyo y te escondes de todo y de todos, temerosa de que algo más te deje abandonada. Sientes que no podrías soportar más despedidas. Y aun así sigues buscando atisbos de esperanza y luz que te dan fuerzas para salir de ese hoyo oscuro; pero, cuando estás a punto de salir, te das cuenta que todo era imaginación tuya. Que las esperanzas eran vanas y la luz era falsa y te lo imaginaste todo solo para que el mundo sea un poco más soportable, un poco menos pesado. Al final debes despedirte de nuevo cada vez.

Es que para la gente como tú la gravedad es más fuerte, el aire pesa más y todo te jala hacia el hoyo de nuevo. Y sabes que al final no importa si obtienes lo que quieres porque terminarás en el mismo hueco vacío de nuevo, porque en realidad nunca saliste de ahí, porque lo más alejada que has estado de él es mirar por fuera del borde el mundo exterior, pero siempre con la mente metida en la oscuridad. La verdad, Laura, es que vives en esa oscuridad, es parte de ti y jamás podrás zafarte. Estás hecha de vacío y de angustia hasta la última fibra de tu cuerpo y, aunque no quieras, siempre te verás inmersa en ese hoyo oscuro. De repente es por eso que todo siempre termina tan mal, por eso es que la gente no te quiere y por eso siempre te sientes fuera de lugar.

La gente hecha de vacío y angustia está destinada a vivir sola, Laura. Toda compañía es eventual y distanciada. A nadie le gusta vivir con oscuridad en su vida. No importa cuánto amor entregues, ni cuanto busques a la gente; la oscuridad siempre los espantará.

Ya es hora que comprendas que la vida es más cruel que lo que es justa y que una persona hecha de angustia jamás podrá obtener lo que en verdad quiere: no ser más angustia.


Han sido malos días. De lágrimas y sábanas frías.
La imagen es de aquí.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Madre

Mi madre me encontró acurrucada en la cama mirando la pantalla sin verla, con los ojos hinchados y respirando lentamente.
-¿Por qué estás acurrucada así? ¿Tienes frío?
Negué con la cabeza. Sentía el llanto regresar. Se acercó a la cama y me miró desde arriba, con pena.
-¿Fuiste a hablar con él?
Asentí con la cabeza. Definitivamente el llanto regresaba. Se sentó en la cama y miró hacia el techo, calculando sus palabras para no hacerme más daño.
-Si son cosas que no se pueden cambiar... Bueno, no se puede hacer nada, no sufras. Pero yo creo que ustedes los jóvenes tienen la palabra "terminar" en la punta de la lengua y la usan para cualquier cosa que pase. Al final, si se quieren y quieren estar juntos van a seguir regresando el uno al otro y seguirá pasando lo mismo. 
Me miró con muchísima pena porque ese siempre había sido mi gran error: sentir mucho. De alguna manera, si hubiera sido fuerte e insensible, yo hubiera sido mejor y más balanceada. Pero siempre fui un manojo de lágrimas y nervios, y mi madre jamás supo bien qué hacer conmigo.

Me preguntó si iba a cenar y se fue a su cuarto. El mundo se redujo a mi pequeño departamento en Miraflores y a las palabras sabias de mi madre.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Domingo por la tarde



La cama, las sábanas, la laptop sobre tus piernas.
Palabras que no quieres decir atoradas en tu garganta.
Sentimientos que no quieres llorar encerrados en tus ojos.
Y caen,
            y caen,
                       y caen.
Hay palabras que suenan tan mal. ¿Qué significan?
¿Algún día lo sabremos?
¿Qué somos?
                     ¿Por qué existimos?
                                                    ¿Por qué estamos aquí?
La rueda da vueltas y aún no comprendo a dónde me lleva.
Las frases que dices no tienen sentido.
¿Dónde están tus pruebas?
                                                   Todo parece lo contrario.
Los sentimientos se encuentran
                                                            dis per sos.
  Nadie sabe lo que no tiene
                                          hasta que
                                                         lo encuentra.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Herida


Hay una herida que nunca va a sanar.
Que sangra,
                   que duele,
                                   que pena
                                                  en las sombras,
                                                                          debajo de tu cama,
                                                                                                        en el repostero de la cocina,
                                                                     en el desagüe del caño,
                                   en el fondo del espejo.
En la última coronaria,
                                    triste,
                                              de tu desgastado
                                                                         corazón.


Y hay un elefante sentado sobre mis pulmones. No me deja respirar.
La foto es de aquí. Que bueno que no soy taba en HTML porque sino no hubiera podido añadirla.

lunes, 19 de agosto de 2013

Alimentando inseguridades



Las inseguridades se alimentan todos los días, o por lo menos cada día de por medio. Se alimentan casi solas: acechando en la oscuridad, en la esquina de tu ojo, en tu punto ciego al caminar. Se alimentan de pequeñas cosas, prefiriendo lo que más te duele.

Las inseguridades se alimentan de fotos, cuando esa chica luce mucho mejor vestida de azul que tú. Comen nudos en la garganta y toman lágrimas de frustración cuando no puedes hacer bien las cosas. Se alimentan de esos sentimientos que te invaden antes de entrar a la ducha y te miras al espejo, cuando tu pelo nunca luce bien y te sobra más carne de la que quisieras. Se alimentan del sentimiento de desesperanza cuando, por fin, te rindes y dejas de intentar. Se alimentan de esa vez que te dejaron plantado, de cuando hiciste que tu equipo perdiera, de esa vez en la que te cambiaron por otra persona mejor que tú.

Así las inseguridades crecen, día a día. Se vuelven criaturas agresivas que te jalan hacia atrás cuando intentas hacer algo nuevo. Crecen para convertirse en sombras que tapan todas tus virtudes y que minimizan todos tus logros. Te convencen que lo que está mal está peor, que nunca serás suficiente, que te mereces toda la pena del mundo. 

Y te susurran cada vez que pasas frente al espejo: "Solo mírate, das vergüenza". Cada vez con más fuerza mientras más se alimentan.


Blogger es una mierda y no me deja subir foto.


viernes, 10 de mayo de 2013

Arruinada



Arruinada: la alfombra al derramarse la copa de vino.
Arruinada: la almohada cuando el perro la rompió.
Arruinado: el florero al caerse de la mesa.
Arruinado: el vestido al rasgarse con la reja.
Arruinada: la cena cuando se quemó.
Arruinada: la gamuza al pisar un charco.
Arruinada: yo
después
de ti.


Algún día regresaré a escribir, pero no será hoy.
La imagen es de aquí.

sábado, 23 de marzo de 2013

Chile 0 - Perú 0


Ayer fui al estadio a ver el partido, esperando ese gran sentimiento de "comunidad" y de "pertenencia" del que todos hablan. Ese momento en el que todos los que están en el estadio son "hermanos" y "nuestros corazones laten como uno". Quería sentir el sentimiento de que "cuando gana Perú, ganamos todos".

Me bastó una hora en el estadio para darme cuenta que estaba completamente lejos de esa utopía. Una hora en la que salió a calentar el arquero chileno, ahí empezó todo. Cuando salió el arquero peruano, Fernández, todos aplaudieron y gritaron. Todo estuvo bien hasta entonces: gritar con las multitudes, cantar todos a una misma voz, aplaudir al unísono, saltar y alentar. Sin embargo, cuando salió a entrenar el arquero chileno todo se volvió gris, como en una película. Mis "hermanos" del estadio se volvieron agresivos, todo lo que parecía tan emocionante me dio asco. ¿Cómo le aplauden con tanta emoción a su arquero e insultan con tanta agresividad al del contrincante?

Los insultos siguieron, esporádicamente, intercalados con barras de aliento para nuestro equipo. En condiciones como esas, yo no quería alentar. ¿Cómo alentar en base a insultos al contrincante? ¿Qué clase de criaturas irrespetuosas, salvajes y maleducadas éramos para tratar así a nuestros visitantes? ¿Cuál es, realmente, la necesidad de tratar así a los demás? Era absolutamente innecesario y ridículo y me dolía ver a mis "hermanos" del estadio convertirse en eso.

Lo peor llegó cuando cantaron el himno. Mientras que los chilenos entonaban su himno con orgullo, como todos cantamos los nuestros, el estadio rugía en un grito de: "¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta!". Me ofendió tanto lo irrespetuoso que fue que casi me pongo a llorar y ahora que lo recuerdo al escribirlo, me dan ganas de llorar de rabia de nuevo. Cuando empezó el himno de mi país, el país que adoro y el país por el que lucho, no canté. No iba a cantar mi himno cuando no pudimos respetar el del otro país. No podía sentirme orgullosa de este partido, de esta gente, de esta mierda. No podía darle mi bendición, ni el orgullo de jugar por nuestra patria. 

En ese estadio no se jugaba por amor a la camiseta ni por orgullo de que esta sea de Perú. No se jugaba por llegar al mundial, ni por probar que somos buenos, ni por diversión, ni por comunidad. En ese estadio se jugaba por avergonzar al otro, por insultarlo y aplastarlo y sacarles pica. Se jugaba por saldar odios que llevan un siglo quemando en la idiosincrasia de la gente por una batalla de otros que ya nada tiene que ver con nosotros.

Los insultos siguieron y siguieron durante todo el partido. Por lo menos de nuestro lado, Sur, mayormente durante el primer tiempo y dirigidos al arquero. Para cuando llegó el gol grité y me emocioné por dos segundos, pero no pude celebrarlo. Los veía a todos tan felices, pero no podía formar parte de eso. Me esperaba más, mucho más, del deporte que "une" a la gente. Me esperaba más del estadio y de su gente. Me esperaba que, por lo menos, alentemos a nuestro equipo con unión y respeto. Pero, ¿qué podía esperar de un grupo de humanos que se comportaban como salvajes? ¿Qué podía esperar del fútbol, que cobra muertes y delincuencia siempre? 

No sé si esto pasa siempre, no sé si cada vez que se juega un partido la gente se comporta así. De repente es solo en partidos contra Chile, lo cual no lo hace más aceptable. No sé qué clase de comunidad se puede formar en un estadio en torno al odio y la falta de respeto. Lo único que sé es que me pareció absolutamente maleducado e inaceptable y que no formaré parte de ningún evento así, nunca más. Damos una imagen asquerosa como hinchas y como país al comportarnos así en un partido y me dieron una imagen asquerosa a mí.

Al final aprendí que el fútbol no une a la gente, ¿cómo podría? ¿Cómo puedes sentirte "hermano" de tu vecino de asiento, de tribuna, pero no de la tribuna de adelante donde se sentaban los chilenos? ¿Cómo puedes sentirte "hermano" de la gente del estadio, pero no de tu país vecino? ¿Cómo puedes sentirte "hermano" de la gente del estadio entre tanto odio? ¿Cómo puedes sentirte humano si reverencias tu himno y no respetas el del otro?

El fútbol no forma comunidades. Al contrario, las fragmenta. Las fragmenta según de qué país eres, de qué equipo eres hincha y cuál jugador te gusta más. Las fragmenta entre los que se sienten a gusto de insultar y agredir al otro, y los que no. Las comunidades se forman alrededor de valores, de trabajo y de un bien común; no en torno a odio e insultos. El fútbol, más que crear comunidades, crea guerras porque le da a la gente una excusa para insultarse, pelearse y odiar.

Disfruten de lo que quieran, pero yo no disfrutaré jamás de encontrarme entre tanto resentimiento. Tengo amigos chilenos a los que quiero un montón, tengo amigos y familia venezolana, tengo amigos colombianos y argentinos y estadounidenses... No pienso lograr que un estúpido deporte me haga insultarlos. Yo soy peruana, pero soy una ciudadana del mundo y mis "hermanos" se encuentran tanto aquí como en otros países. Sinceramente, por ver el comportamiento de la gente en el estadio, siento que Perú perdió, que su gol no valió nada. Con comportamientos así, Perú siempre pierde.

Tal vez algún día entenderé qué le encuentran de divertido y emocionante a este circo. No lo creo, pero tal vez un día comprenda cómo pueden llorar por un gol y celebrar una victoria y sentirse una comunidad entre tanta mierda. De repente un día entienda por qué yo me siento tan ofendida mientras que los demás lo encuentran tan divertido.

Al final queda la pregunta: ¿Cuántos partidos contra Chile como visitante nos tomarán para que suelten en insultos todo el resentimiento que tienen?

domingo, 3 de marzo de 2013

Carta a tú



Querido tú,

Me da pena que seas un cagado y que nunca madures y que tal vez jamás encuentres tu lugar en el mundo. Me da pena, especialmente, que yo tenga que vivir cagada por tu existencia hasta que logres madurar y lo peor es que, si nunca lo haces, tendré que sacarte de mi vida para que no me cagues más.

Ya estamos grandes, ambos; pero parece que el tiempo pasa y todo sigue igual. Yo sigo esforzándome como puedo dentro de mi flojera y tú sigues viviendo tranquilo sin esforzarte para nada. Nunca entendí si la gente era demasiado permisiva contigo o si realmente nunca te importó lo que te dijeran los demás. Recuerdo que la gente sí te decía cosas. No sé si siempre, pero te gritaban y te pedían que te corrijas; así que supongo que sencillamente nunca te importó. A pesar de todo, creo que hasta yo dejé que pases sobre mí muchas veces y, a pesar que le dije a mi mamá, la culpa siempre fue mía porque sabía que eras un cagado e igual permití que suceda.

Me da pena que seas un cagado, en verdad. Me da pena que vivas así, renegado a una esquina sin tomar responsabilidades por tus actos y dejando que te lleve la corriente. Me da pena porque sé que así no se consigue nada importante en la vida. Tal vez, en realidad, nunca quisiste conseguir nada importante en la vida por lo que sería tonto sentir pena porque nunca lo harás; pero de cierta manera me hubiera gustado que seas alguien importante o que hagas algo importante. De repente solo soy egoísta en este sentido, pero creo que a todos nos gustaría ser importantes de cierta manera, ¿no?

La vida me ha enseñado que jamás debo acostumbrarme o aguantar cosas que no me agradan, aunque de repente es solo mi creencia de joven revolucionaria. Lo aprendí cuando esos bullies me hacían la vida imposible en el colegio y jamás dejé que sus comentarios me hirieran o que se queden sin saber lo que pensaba de ellos. De repente faltaron bullies en tu vida para que entiendas que no debes tratar así a la gente, que no debes pasar por encima de ellos y querer que el mundo se acomode a tus necesidades e intereses. Suena horrible, lo sé, pero a veces creo que el ser un "underdog" y estar del lado de la persona a la que bullean te hace darte cuenta que nadie tiene por qué sentirse así y que no es justo. De cierta manera le agradezco a mis bullies por permitirme tener esta visión y me gustaría que tú la tuvieras, también. De repente así dejarías de pasar por encima de los demás y obligarlos a acomodarse a tus necesidades.

Te escribo así, a lo grande, porque eres muchas personas. Eres tantas personas en mi vida que me cuesta escribir sin relacionar mi texto con alguna en específico. Me da pena que haya tanta gente como tú en mi vida y en el mundo. Me da pena sentirme así por tantas personas, también. Hay algo que está muy mal en el mundo, o en mi mundo.

Al final, realmente espero que madures y encuentres tu lugar en el mundo y dejes de pensar que tienes derechos por sobre las demás personas. En especial, espero que tomes responsabilidad por tus actos y te des cuenta que haces cosas que están mal y te disculpes de corazón por ellas; aunque siempre pensé que eso era madurar. Estoy preocupada que nunca lo hagas y te tenga que sacar por siempre de mi vida y seas una de esas personas que no querría que se acerque a mis hijos o que perturbe mi paz cada vez que te vea. Por favor, madura para que podamos seguir viéndonos y seguir en contacto y que, tal vez, algún día puedas conocer a mis hijos. 

Por favor, madura y deja de ser un cagado porque por ahora no te puedo sacar de mi vida y no aguanto más de esto.


Si lloro, es de rabia.
La foto es cualquier cosa que me gustó, es de aquí.

martes, 5 de febrero de 2013

No debería



No debería haber tanta pena en el mundo, Laura. No debería haber tanto dolor, ni tantas lágrimas entre nosotros.

Ay, pero pareciera que es nuestra culpa, que nos hacemos daño solos. Que elegimos siempre mal. Al final pareciera que todos son iguales, pero podría ser que siempre elegimos al mismo perfil de gente en nuestras vidas.

No deberían haber tantos amores no correspondidos, ni tantas almohadas mojadas con lágrimas. No deberíamos enamorarnos tanto de personas que nunca nos van a amar. No deberíamos llorar tres meses seguidos, ni dejar de comer, ni encerrarnos en la oscuridad en soledad y llanto. No deberíamos entregar todo lo que tenemos sin obtener nada a cambio para luego destrozarnos el alma.

No deberían haber personas que usen a otras personas sin pensar en el daño que les hacen. No deberían haber personas que mienten y hieren sin ninguna consideración a los sentimientos de los demás. No deberían haber personas que se olvidan de las personas que les quieren mucho. No deberíamos ser esa clase de personas.

No deberían haber amores que nunca se olvidan y nunca se superan y que siempre duelen.  No deberíamos salir y pasear y reír y besarnos y tomarnos de la manos sin que signifique algo para ti como lo hace para mí. No deberíamos volar siempre tan alto. No deberíamos caer siempre tan hondo.

No deberían haber almas solas y acongojadas. No deberían haber tantos sentimientos en el aire sin decirse, sin aterrizar. No deberíamos sentirnos menos, sentirnos insignificantes. No deberíamos sentir que no importamos. No deberíamos compararnos con los demás, siempre minimizando nuestras virtudes e hinchando las de los demás. No deberíamos pensar que no somos lo que queremos y que otras personas sí lo son.

No deberíamos hacer de nuestro corazón una canasta de penas. No deberíamos sufrir tanto.

Hay tantas cosas que pasan, pero no deberían.


La foto es de aquí.

martes, 29 de enero de 2013

Canciones para ser feliz

Queridos lectores,

Ya no escribo tanto como antes y mis textos, cada vez más esporádicos, siempre vienen envueltos con un manto de nostalgia, melancolía y, por qué no, envidia. Sin embargo, tras tantos infortunios inventados y otros no tanto, se me ocurrió dejarles un poquito de otra parte de mí. Unas cuantas canciones de una lista larguísima que me hace sonreír. Son, entonces, canciones para ser feliz.


1. Scenic World de Beirut.



2. Vagabond de Beirut.



3. Slide de Goo Goo Dolls.



4. Raindrops de Regina Spektor.



5. Brillante sobre el mic de Fito Páez.



6. Mardy Bum de Artic Monkeys.



7. Magalenha de Sergio Mendes.




8. Lucky Ones de Lana del Rey.



9. Lover of the Light de Mumford & Sons.



10.  El Surgimiento del niño Antorcha de Kanaku y el Tigre.



Me he quedado corta de espacio. En verdad podrían ser muchas más, pero me parece que diez videos en un post es un montón. No sé por qué estas canciones me hacen feliz; algunas lo hacen por la melodía, otras por la letra y otras simplemente por el feeling o los recuerdos que me traen. En todo caso, espero que les regalen por lo menos un poquito de felicidad a ustedes también.

Tal vez cree la contraparte de este post y haga uno sobre esas canciones que son muy tristes. Es una buena idea.

sábado, 19 de enero de 2013

Seguro



Eres bella, pero no lo suficiente.

Y aunque lo fueras, ser bella no es una póliza de seguro. Ser bella no impide que te dejen y te mientan y te hagan daño. Ser bella no te salva, pero seguro hubiera ayudado en algo, ¿no?

De todas maneras, eso no te toca a ti, Laura. A ti no te toca ser bella, ni te toca la póliza de seguro, ni te toca que no te dejen, que no te mientan o que no te hagan daño. A algunos les toca y a otros no, eso lo sabes bien. Claramente, a ti no te tocó.

Tampoco te tocó olvidar. El dulce don del olvido, de cerrar los ojos y que se esfumen los agravios, de borrar de tu mente imágenes dolorosas, de perdonar y seguir tu vida con tranquilidad y sin cicatrices.

Así que recuerdas, recuerdas cada momento en que tu alma se rompió en pedazos y recuerdas el momento exacto en el que cada fibra de tu alma cayó al suelo para que él camine sobre ella y la pisotee al continuar su vida. Recuerdas, también, las horas llorando sentada en el piso buscando y recogiendo los pedazos que quedaron.

Recuerdas mucho, Laura, y no deberías.


Laura, algún día me tienes que dejar en paz.
La imagen es de aquí.