lunes, 24 de diciembre de 2012

Sofía



Ella olía a libros viejos, a casa de abuela y a nostalgia. Cuando caminaba casi podías escuchar el sonido del pasar de las páginas y a algunos hasta les daba alergia al polvo. Era un ser etéreo, eterno, que vivía en una burbuja de historias leídas y soñadas. Se escondía detrás de sus cabellos largos y de libros de autores desconocidos y olvidados hace tiempo para no tener que observar de más un mundo que no cumplía con sus expectativas. A veces, cuando el mundo parecía sacado de alguna de sus historias, sonreía hasta llorar.

Él la seguía desde que la vio sonreír por primera vez. Su amor por los libros nació con su amor por ella. Empezó a leer de a pocos novelas cortas y sencillas de las que escuchaba, solo para tener de algo de qué hablar con ella. La meta de su vida se convirtió en crearle situaciones de ensueño todos los días para hacerla sonreír hasta llorar.

Hasta que, un día, la hizo llorar todos los días porque le rompió el corazón, como en una mala novela romántica. 


Ella me cayó bien, pero toda la historia era demasiado perfecta como para mantenerla.
No se me ocurrió un nombre para el post, así que le puse el nombre que se me ocurrió para el personaje.
Ya he usado esta imagen, back in 2010, pero es muy precisa. La imagen es de aquí.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Creció



Me creció una explosión en el pecho, un nudo en la garganta y una imagen en el espejo que no quiero ver más.

Me creció un océano en los ojos, un cementerio en la mirada y espadas en la voz.

Me creció un clavo en la sien, un tambor en el corazón y un cansancio en el alma.

Me creció un peso en los hombros, un veneno en la sangre y una tormenta en la calma.

Me creció una inseguridad en la nariz, otra en la boca, otra en las cicatrices y otra y otra y otra...


Hace tiempo que no escribía.
La imagen es de aquí.

martes, 27 de noviembre de 2012

Buena



Me dijo que las personas más buenas son las que más sufren porque nunca ponen lo que quieren por encima de lo que quieren los demás, porque dan todo para que los demás estén bien, porque las aplastan y las pisan y nunca les agradecen...

Y entonces me dijo gracias, gracias por ser tan buena, y pareció que le agradecía a todas las personas buenas que alguna vez hicieron algo por él.


No tengo tiempo de escribir, ni inspiración, pero todos los días intento encontrarla.
La foto es de acá.

viernes, 12 de octubre de 2012

Olor



Lo peor de todo es cuando tus sábanas, tu ropa, tu pelo, tus recuerdos, todo huele a él incluso días después de que se marchó. Y ese olor te recuerda todo lo que estuvo y ya no está, todo lo que tuviste y perdiste, todo lo que dejaste o te dejó ir. Te acurrucas en ese olor para vivir los recuerdos que no dejas ir, para sostenerte de esa última pizca de felicidad segura y tibia. Pero poco a poco ese olor se va esfumando, se va, se gasta.

¿Entonces? Cuando el olor se esfuma y se va y se gasta y con él se va tu última pizca de felicidad segura y tibia, ¿qué haces? Bueno, tal vez sea hora de cambiar las sábanas, de lavar tu ropa, tu pelo, tus recuerdos y comenzar con un presente limpio.

Y, entonces, cuando estés en el borde de ese abismo dispuesta a saltar al futuro desconocido y perturbante de un nuevo comienzo, te dedico esta canción:



Se me ocurrió mientras me duchaba... Awkward.
La imagen es de aquí.
La canción es After the storm de Mumford & Sons, del disco Sigh no more.

domingo, 7 de octubre de 2012

En el micro

"Mi mente no es un buen lugar en el cual vivir", piensas mientras ves a la gente subir y bajar del micro, conversar, sonreír, dormir. "Mi mente no está, y nunca estará, bien", te repites, una y otra vez.

Laura, te sientas en ese micro que pasa siempre por la misma ruta y miras los mismos edificios siempre iguales, igual de sucios, igual de tristes. Lo único que cambia es la gente que pasa, que corre por la calle, que habla y avanza y sigue. La gente sigue y sigue y tú estás en el mismo micro pasando por la misma ruta, estás en el mismo lugar en tu vida, desde hace meses.

"Mis recuerdos no son buenos, son tóxicos, me intoxican, siento que me matan", piensas mientras ves pasar a la gente. Te preguntas si esas personas que pasan y sonríen tienen recuerdos tóxicos, te preguntas si es que debajo de las sonrisas y las piernas que corren tendrán pensamientos obsesivos que los matan lento, poco a poco, incapacitándolos, como un veneno. Como tus recuerdos te matan a ti, Laura.

Y sigues pasando, y siguen pasando, y en todos buscas su rostro, y en todos buscas algo que te recuerde a él, y en todos buscas rastros de la historia que te intoxica, y en las historias buscas con qué intoxicarte. Y poco a poco te vas matando sola. Te vas suicidando con tus pensamientos obsesivos, con el veneno que mata tu mente, que mata los recuerdos, que elimina las sonrisas. Vas buscando respuestas y esas respuestas te hacen mal, y recuerdas, y recuerdas, y recuerdas...

Por las puras sigues recordando y sigues llorando. Sigues rebuscando recuerdos, momentos, frases. Lo que sea para revivir la pena, para no olvidarla. Sigues en el mismo camino a la destrucción. En el mismo camino que permite que el veneno que llevas en tus memorias logre que te pierdas por completo.

Y lloras y lloras mirando por la ventana y la gente del micro se empieza a dar cuenta. Te miran con pena, nada más.


Blogger se volvió loco y no me está dejando poner foto...
Hola, ¿qué hay de nuevo?

lunes, 17 de septiembre de 2012

Espero



Sé quien eres, sigue sonriendo. Yo te espero, como siempre.

Espero a que arregles tus papeles,
a que ordenes tus recuerdos
en los estantes de tu mente.

Espero a que decidas tus indecisiones,
a que encuentres tus razones
entre lo que quieren los demás.

Espero a que te atrevas a hablarme,
a que te parches las inseguridades
con lo mucho que te adoro.

Espero a que te encuentres,
a que me encuentres
siempre esperándote.


Espero a que te canses de hacerme esperar.
La imagen es de aquí.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Sobre la alfombra



Me encontró echado sobre la alfombra de un cuarto oscuro. Me miró desde arriba y me ofreció una sonrisa enorme, su pelo cayendo sobre mi cara.
- Já, ¿qué haces ahí?

Se echó a mi lado, nuestras cabezas juntas y nuestros cuerpos en direcciones opuestas.  Encajábamos como piezas de un rompecabezas.

A pesar de su sonrisa constante, yo sabía lo que en realidad pasaba por su cabeza. No me gustaba sentirla tan angustiada.

Nos mantuvimos un rato en silencio escrutando las sombras en el techo, perdiéndonos en palabras que no sabíamos si decir o no. 

La miré de reojo, ella miraba al techo completamente seria, perdida en las mismas ilusiones y nostalgias de siempre. Y yo, deseando que sus ilusiones fueran mías.
- ¿No te cansas?

Volteó a mirarme confundida, frunciendo el ceño.
- ¿No me canso? ¿De qué?

- De perseguirlo.

Sonrió, casi rió. Sus ojos brillaron, casi se inundaron.
- ¿A él? Creo que eso es lo peor de todo, ¿no? Que, aunque quiera, no me canso de perseguirlo ni de buscarlo. Ojalá lo hiciera.

Lo pensé, o creo que lo dije, ya no sé.
- Ojalá fuera a mí.

Y la besé.


Se me ocurrió y la imagen no tiene nada qué ver, pero no encontré otra.
El título es pésimo, también.
La imagen es de aquí.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Comunicados



Prendo la computadora.
Yo le escribo y, a veces,
él también me escribe.

Nos sentamos frente a frente.
Yo le hablo y, a veces,
él también me habla.

Nos mantenemos comunicados
de cierta manera
y no sé por qué.

No sé por qué tiene que ser así.

Yo lo amo y, a veces, 
me gusta pensar que él me ama.

La foto es de aquí.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Conviviendo



Quiero escribir sobre lo que sentí el fin de semana pasado. Son tantos sentimientos encontrados, tantas pasiones revividas, tantos sueños redibujados.

Quiero explicar con palabras las amistades que gané. Explicar la complicidad con mis cos, el trabajo en equipo. Quiero explicar las risas hasta quedarnos sin aliento por cosas que no tendrían sentido para nadie más. Explicar las amistades que se reafirmaron entre lágrimas, las que se reafirmaron entre risas, las que nacieron de la convivencia, las que descubrí entre el trabajo.

En especial, quiero explicar esa pasión que vuelve a nacer, esa pasión que, tal vez, quedó un poco lavada por los años y el uso o por el desánimo en general en el que me movía, pero que renace con fuerza y nuevos significados. Es la pasión por nuestro sueño, que no es un sueño sino una meta. Es la pasión por este compromiso que tomé hace tres años de unirme a Techo y hacer lo que esté en mis manos para llegar a los asentamientos, conocer a las familias que viven ahí e intentar en lo posible dar algo de mí que les sirva para salir de esa situación tan indignante como lo es la pobreza.

Yo no esperaba esto, no me había dado cuenta que la pasión por el trabajo en el asentamiento había declinado. Tal vez fue porque, en realidad, todas mis pasiones, sueños y metas habían declinado los últimos meses (excepto el de la escritura, claramente). Tal vez fue porque me acostumbré a esta realidad, a verla siempre, y la lucha contra su injusticia se convirtió en un deber permanente y latente que había perdido la capacidad de sorprenderme o indignarme de sobremanera. La pobreza se había convertido en un enemigo monótono y me había acostumbrado hasta cierto punto a sus historias y a su injusticia y a sus problemas. La pobreza no me traía nada nuevo, no me despertaba más sentimientos fuertes. En realidad nada lo hacía, y eso es terrible.

Sin embargo, y sin querer, la construcción de la semana pasada cambió eso. No solo por las risas y por los amigos y los chistes y el chonguito que siempre hay, esta construcción me dio la chispa que volvería a encender esa pasión que permanecía en brasas en mí. En esta construcción conocí familias maravillosas, personas maravillosas que me inspiraron no solo en esta lucha, sino en la lucha constante de mi día a día. 

Personas como Luz, que apenas conociéndome me dejó entrar a su casa, me atendió con amor y me permitió conocer su historia, una historia llena de problemas que pudo superar con valentía y decisión, sin perder la chispa, la sonrisa sincera ni la esperanza en las personas. Entonces yo, con el mundo hecho una maraña por tonterías, me sentí conmovida hasta lo más hondo del alma, me sentí tan chiquita en un mundo tan injusto. Sentí de nuevo toda la injusticia de la sociedad, de la pobreza, del desarrollo desigual en nuestro país. Y, más que todo, sentí que si Luz podía ser una persona tan amable, tierna y maravillosa después de todo lo que había pasado, ¿por qué yo no podía contra toda la maraña de tonterías que me perforaban el alma? 

Otra familia que me marcó muchísimo fue la familia de Jessica. Sinceramente, nos pasamos de conchudos. Nos llevó la cocina al colegio, la regresamos al día siguiente e invadimos su casa para cocinar. La pobre soportó nuestras locuras y tonterías todo el día, se rió de nuestros intentos por ayudar que en realidad estorbaban, ¡sin ella, los chicos hubieran comido cualquier cosa durante la descarga! Y, sin embargo, durante todo ese tiempo se portó como una madre, acompañándonos, ayudándonos, enseñándonos, inspirándonos. Y así durante todo el fin de semana nos acogió con cariño en los almuerzos en su casa, nos dejó pasar con ella su cumpleaños y cantarle Happy birthday con keke de la panadería y velitas del mercado, nos dejó pasar tiempo con sus hijos maravillosos... Que hablando de ellos, Pepe es tan inteligente y tan despierto, y Ana Claudia es tan dulce y educada. Estos niños nos dejaron pensando en las capacidades y habilidades que se pierden en los asentamientos por falta de recursos. Si tan solo pudiéramos darle a estos chicos una educación que potencie todas sus capacidades y los deje desarrollar todas sus habilidades, ellos llegarían lejísimos, posiblemente más lejos de lo que yo algún día llegaré. Y de la misma manera me pregunto: ¿Cuántas otras habilidades estaremos perdiendo en un mar de pobreza que limita a las personas?

Más familias y personas como Antonio, humilde y callado, pero con la mirada más cariñosa y amable; Yenni, tan linda, dulce y por siempre emocionada por todo; Jaime con su sonrisa cómplice con esos locos que chongueaban en su casa; Benita con su esfuerzo y entrega por su familia... Y así con muchas otras familias, no solo con las que construimos, sino también con las que nos saludaban cuando pasábamos caminando, las que nos sonreían, las que nos agradecían por sus vecinos, hasta las que se reían porque le tenía miedo a los perros... Todas son inspiradoras, todas forman parte de lo que fue esta construcción, esta escuela. Todas contribuyeron a que reviva en mí con toda la fuerza la pasión por esta meta: una sociedad justa para todos y sin pobreza.

Hoy, contándole a una buena amiga de la universidad sobre Luz con toda la emoción que me nace al recordar todo esto, ella me dijo: "Ahí es cuando ves que le puede tocar a cualquiera...". Es eso, es precisamente eso. Conocer a personas tan hermosas, tan fuertes, tan amables, con tanto amor, que tengan que vivir en una situación tan indignante, no es justo. Y que a pesar de todos los problemas y tropiezos en su vida sigan adelante con toda la fuerza, manteniendo la esperanza en las personas y en la vida. Son inspiradoras, en verdad que lo son, y ahora pienso en todo lo que aprendo de ellas y en cuánto me ayudan a crecer, a superarme, todas las esperanzas que me dan en la gente, todas las ganas que me dan para enfrentar lo que me pasa, el cambio de dirección que le dan a mi vida... No creo, como muchos creen, que nosotros vamos a los asentamientos a ayudarlos como héroes, creo que ellos son los héroes que me ayudan a mantener mi vida en camino y a flote.

Otra parte importantísima de esta escuela han sido los voluntarios. No solo el staff que son mis amigos y han sido mi apoyo en el loquerío que fue la intendencia, sino los voluntarios entregados, obedientes, serviciales, que el sábado me sorprendieron y conmovieron con su compromiso con sus familias. Sinceramente, al realizar la actividad de la presentación de los dibujos que hicieron con sus familias, yo esperé que los chicos hablaran de cosas graciosas que habían pasado en sus cuadrillas, anécdotas de chistes con sus familias, caídas o golpes o chongos entre ellos. Lo que expusieron me sorprendió, nunca había visto algo así. Cuadrilla por cuadrilla, voluntario por voluntario, hablaron de las historias de sus familias, lo mucho que los habían llegado a conocer en tan poco tiempo, lo mucho que se preocupaban por ellos, lo orgullosos que se sentían de sus familias, lo indignados que se sentían por su situación. Cada voluntario tenía algo qué decir, todos sentían toda la situación de sus familias con tanta fuerza. Todos habían comprendido nuestra meta, nuestro sueño, y lo compartían. Todos habían adoptado ese compromiso enorme de acabar con la pobreza como suyo y ese compromiso casi palpable en el ambiente me emocionó hasta las lágrimas. Entonces nos abrazamos todos y yo lloraba de la felicidad y de la emoción que no había sentido hacía tanto tiempo, esa felicidad y emoción que habían quedado dormidos y pisoteados hace meses y que renacieron con la energía y la indignación de los voluntarios. Y con ellos revivió mi meta, mi sueño y mi pasión por este voluntariado que me cambió la vida.

Tal vez para muchos esto sean solo palabras que suenan bonito pero que no significan más, pero yo sé que para mi escuela, para los que estuvimos ahí y atentos, esto es enorme. Son 70 personas unidas en un compromiso que tal vez se nos desborde de las manos, pero que juntos y con esfuerzo sabemos que podemos lograrlo. Son personas que nunca habían pisado un asentamiento humano y que después de cuatro días llevan la pasión del cambio y la seguridad de que lograremos un futuro más justo. Es un solo sentimiento, un solo sueño, un solo compromiso, sembrado por personas que hasta hace poco tiempo ni sabíamos que existían, pero que ahora nos han cambiado la vida. Es un sentimiento enorme, y la gratitud que tengo por los que me llevaron hasta esta escuela y esta experiencia también es enorme.

Como le dije a mi jefe de escuela después de la actividad: "Nadie externo a nuestra escuela va a entender lo que vivimos ahora, es demasiado profundo, y es perfecto que se quede así. Este compromiso es nuestro. Hace mucho tiempo que no me sentía tan feliz."

Gracias a todos, voluntarios, staff y familias; por darme estos recuerdos y por revivir la pasión hacia esta meta.

Definitivamente me expreso mejor escribiendo. ¡Qué hermosos días!
La foto la tomó Diego "Calato" Herrera, la escuela Convivir.

martes, 28 de agosto de 2012

Yo te cielo


¿Se pueden inventar verbos? 
Quiero decirte uno: yo te cielo así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida.
-Frida Kahlo, 1947.


Quise dejarte ir, pero
se me ocurrió que,
si te amara un poco menos,
el cielo no tendría
sobre qué sostenerse.

Y yo no quiero que el cielo se caiga.

La imagen es de aquí.

lunes, 20 de agosto de 2012

Escribo, escapo



Estoy en clase, debo prestar atención. No entiendo nada de lo que habla el profesor porque estuve tonteando y ya no sé qué está explicando. Algo sobre "patch-clamps", en el ecran dice "Electrofisiología celular". Todo esto es muy complicado.

Habla algo sobre un corazón de rata, sobre iones, sobre una micropipeta que succiona una parte de la membrana celular de una célula y por lo tanto aumenta la resistencia eléctrica. No sé de qué habla.

Entonces, escribo. Escribo porque me gusta sentir el lapicero rasgando la hoja, deslizando trazos, dejando su sangre en letras y símbolos que nunca llegan a decir todo y dicen nada. Escribo porque quiero ir matando al lapicero y llenando la hoja para ir matando sentimientos y vaciando el alma. Escribo para ya no estar acá y estar allá, allá donde los recuerdos son claros y las mantas son tibias y las tardes nunca son solitarias. Allá donde las risas invaden los rostros cansados y las miradas me emocionan hasta las lágrimas.

Entonces vuelo, vuelo y caigo y me pierdo entre las palabras y "palabras" se vuelve un laberinto en el que entras por la "p" y no logro encontrar la "s". Y ya no es "palabras", sino que es "pala", "ala", "bala", "para", "lara", "ara", "labra", "pabra"... Y nunca encuentro mi camino.

Ya perdí porque hay otras cien, doscientas, trescientas palabras y recuerdos en los cuales perderse y la hoja ya no está en blanco y sigo escribiendo para seguir perdiéndome.

Entonces escribo y me pierdo en las palabras como me pierdo en los surcos de tus huellas dactilares y en las colinas de tus cicatrices y en los pozos de tus lunares. Caigo de nuevo en los abismos de los hoyitos de tu sonrisa y en las cuevas profundas que son tus ojos. Me pierdo en los recuerdos y en los recuerdos de sueños y estos se mezclan y se confunden hasta que ya no sé qué soñé y qué pasó en realidad.

Al final sigo aquí, sentada en esta carpeta. El profesor sigue hablando de cosas que no comprendo o no quiero comprender. Debo prestar atención, así que dejo de escribir.


Escribo para escapar.
La foto es de aquí.

miércoles, 15 de agosto de 2012

180°



Intentando alejarse, él se despidió y siguió caminando hacia la derecha. Intentando olvidarlo, ella escapó caminando hacia la izquierda.

Tras darle la vuelta al mundo, se encontraron cara a cara de nuevo. Así comprendieron que lo único que tenían que hacer era encararse, no escapar.


En Twitter sigo un usuario llamado "Microcuentos", que publica cuentos de menos de 140 caracteres. Yo quise hacer mi propio microcuento, y lo logré, pero sentí que me faltó un poco de espacio.
La imagen es de aquí.

martes, 14 de agosto de 2012

Sexto ciclo



Les presento mis metas para este ciclo (espero cumplirlas).
  • Dormirme menos.
  • Estudiar más.
  • Zurrarme menos.
  • Organizarme más.
  • Distraerme menos.
  • Apuntar más.
  • Huevear menos.
  • Esforzarme más.
  • Deprimirme menos.
  • Sonreír más.
Sexto ciclo, puedo contigo. Sí puedo. Mi racha de invictos no se va contigo, por lo menos no sin luchar.

Ahora empieza lo más complicado, parece. Aunque seguro lo he dicho de muchos otros ciclos, pero este es. Se viene con fuerza y vamos a lucharla con fuerza.

P.S. Este es mi entrada número 100, ¡es una señal!
La foto no tiene nada que ver, pero es bonita y es de aquí.

domingo, 12 de agosto de 2012

Estrellas



- Las estrellas me dan mucha pena...

- ¿Por qué?

- Porque son tan viejas y están tan lejos. Son tantas y están tan solas. Sólo imagínate que están todas a millones de kilómetros la una de la otra, aunque desde acá parezca que se encuentran tan cerca. Y esos destellos que vemos y nos hacen suspirar pasaron hace tantos años. Es casi como si vivieran mintiéndonos. Esos brillos que nos dan esperanzas ya pasaron hace mucho tiempo y, de repente, en realidad esas estrellas que miramos ya están muertas. 

- Es una manera muy triste de verlo... Pero por lo menos su luz llega a algún lado, por lo menos tienen a alguien que disfrute de su belleza.

- Me abruma su infinidad, su absoluto, su belleza, su lejanía y su vejez. 


Hace tiempo que no veía las estrellas así.
La imagen es de aquí.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Entre tú y yo



Entre tú y yo no quedan más que miradas temerosas a lo lejos, de las cuáles escapamos apenas colisionan, y mucho miedo. Miedo de herirnos, miedo de amarnos y miedo de extrañarnos.

Miedo de extrañarnos porque, si lo hacemos, es que aún nos amamos.

Miedo de amarnos porque, si lo hacemos, es que aún podemos herirnos.

Miedo de herirnos porque ya lo hemos hecho antes y el dolor de herirte es más grande que cualquier otro.

Nadie quiere sufrir, es un instinto humano. Entonces corremos, corremos el uno del otro y nos envolvemos en brazos distintos y aceptamos miradas de otros mientras nos miramos de lejos. Corremos y escapamos de las pupilas del otro, de los ojos inundados, volteamos la cara. 

Nos encontramos en un pasadizo, rozamos miradas, abres la boca, parece como si quisieras decir algo, sé que no es lo que quiero escuchar, tus ojos me dicen que tienes miedo, me da pánico, hago como que te ignoro o te odio (nada más alejado de la verdad) y salgo corriendo. Corriendo, siempre corriendo.

Entre tú y yo queda un espacio vacío enorme, un espacio vacío que no se llena porque nuestros miedos no nos dejan llenarlo. Ese espacio se queda vacío porque tenemos miedo de que todos los sentimientos salgan y lo llenen.

Entre tú y yo quedan tantas promesas, flotando en el aire, esparciéndose y difuminándose, llegando a otras manos.

Entre tú y yo quedan mil recuerdos. Recuerdos que ni tú ni yo podemos olvidar.


Confío en que si sigo escribiendo, éste peso que cargo siempre desde hace tanto tiempo se irá levantando.
La imagen es de aquí.

martes, 31 de julio de 2012

Una de la madrugada



Pudiste salir corriendo tras él, Laura. Pudiste alcanzarlo antes que tomara el taxi y regresara a casa. Pudiste decirle que no te importa, que aunque ya no es el chico más bueno del mundo, sigue siendo precioso para ti. Pudiste alcanzarlo y mirarlo a los ojos e insistirle que deje que los sentimientos fluyan. Pero te quedaste echada en esa cama desconocida, en ese cuarto cerrado, agobiada por el alcohol y las lágrimas que comenzaban a brotar desde el fondo mismo de la miseria de tu alma. Te quedaste ahí echada no solo porque sabías que no podrías convencerlo porque ha decidido cerrar su corazón como un búnker hermético, sino porque estás cansada de perseguirlo.

Te quedaste llorando sobre esa cama, sin mover un músculo, bajo el amparo ridículo de la luz tenue de la lámparita de la mesita de noche. Lloraste por vergüenza, porque en ese momento todo te pareció ridículo,  hasta tu existencia. Porque lo habías visto marcharse una vez más. Te quedaste llorando por la estupidez de seguir queriéndolo, porque piense que eres una puta, porque te importe aún lo que piense, porque le gritaste de nuevo la verdad en la cara y lo viste correr y cerrar la puerta de nuevo. Y luego seguiste llorando pensando que te dejó ahí, que cerró la puerta, que seguro recogió a su acompañante y se la llevó a otro lado a seguir tomando y quién sabe qué. Te inventaste mil historias en tu mente, mil maneras en las que pudo terminar la noche en brazos de mil otras chicas que no son tú.

Ay, Laura. Estuviste lo que parecieron horas echada sobre la cama, mirando el techo, llorando en silencio, sin mover un músculo, sintiéndote una extraña a todo el planeta. Solo estuviste ahí pensando, inventando historias, rompiendo ilusiones y volviéndolas a armar. ¿Para qué? ¿Para qué tanto sufrimiento? Ya lo perseguiste, ya lo lloraste, ¿qué más te queda? Si te cansaste de perseguirlo y te cansaste de buscarlo, ¿aún no te cansas de sufrir? ¿Aún no te cansas de amarlo?

Eventualmente te levantaste, ordenaste tu ropa, ordenaste tu pelo, ordenaste tu maquillaje, ordenaste tus sentimientos. Te inventaste una nueva ilusión para el próximo fin de semana, una nueva ilusión que se romperá cuando todo termine en desastre como ésta noche. Ordenaste todo, parecías presentable. Abriste la puerta de cuarto, apagaste la luz de la mesita, saliste y mentiste.

"Huevón, estoy demasiado borracha, me he quedado dormida  en el cuarto..."

Dos corazones lloraron esa noche y ninguno de los dos supo que estaba acompañado en su dolor.


Esto de escribir no me deja dormir.
La imagen es de aquí.

lunes, 30 de julio de 2012

1 am



Era una de esas reuniones en las que sabías que podía aparecer, y casi esperabas que lo hiciera, pero a la vez esperabas que esa noche no doliera tanto como tantas otras noches de reuniones como esa. Llegaste casi temprano y acompañado, cuándo no. Te serviste un vaso, un vodka, todo tranquilo. Conversaste casi ignorando el trago en tu mano derecha y tu mano izquierda en el bolsillo. Todo tranquilo, tal vez ésta noche no aparezca, tal vez ese pensamiento te hizo sentir más tranquilo.

De pronto la viste entrar por la puerta, también acompañada y por ese pata que ya te está empezando a molestar. Se le ve contenta, está arreglada, les sonríe a todos, los saluda. A todos menos a ti, por supuesto. Recuerdas que tienes el trago en la mano y mientras ella se sirve uno, tú secas tu vaso. "Nada saldrá mal, no. Todo seguirá tranquilo", repites en tu mente mientras la miras de reojo e intentas mantener la ilación a la conversación que mantenías.

La noche sigue, todos conversan, pasan los temas como pasa el alcohol. La ves tomarse algunos vasos, tú haces lo mismo. Se mantienen distanciados, tú en tu pequeño grupo y ella en el suyo. Ambos se ríen por separado. Te molesta que haya venido, ya no puedes estar tranquilo. Ahora estás incómodo y estás siempre atento a ver si hace alguna barbaridad.

La noche va pasando así cuando te encuentras caminando, levantas la vista y ella viene en la otra dirección. Al pasar, sientes que sus dedos rozan los tuyos, la miras a los ojos y te hace un casi imperceptible atisbo de un gesto con la cabeza mientras sus labios deletrean: "Ven". Te detienes un momento, confundido y volteas a verla desaparecer doblando a la izquierda y dentro de un corredor. Dudando, la sigues.

La encuentras en un cuarto mirando sus manos, sentada sobre la cama con la lámpara sobre la mesa de noche prendida. Levanta la vista, te ve y sus labios forman una pequeña sonrisa. Sonreíste con maldad y, sin decir una palabra y alentado por el alcohol, te lanzaste inmediatamente a besarla. La tomaste de la cintura y, aún besándola, la inclinaste sobre la cama. De pronto, la sentiste cortar el beso y alejarse de ti para mirarte a los ojos con una sonrisa casi burlona, como si te hubiera descubierto.

"Quieres hacer que sea una puta en tus ojos. Quieres hacer lo que sea para que me veas como lo que nunca pensaste que era. Quieres eliminar ese último respeto que tienes por mí. Quieres odiarme."

Sus palabras te sorprendieron y escrutaste en sus ojos vestigios de alcohol para así creer que hablaba tonterías inventadas. Sus ojos parecían tan seguros como siempre y te asustaste.

"Quieres pensar, bajo cualquier circunstancia, que no valgo la pena que me extrañes o que no me olvides, que estés siempre atento a lo que hago. Quieres odiarme de una vez para sentir, de verdad, que te has librado.

Lo peor es que eliges ignorar que, si te dejara hacer esto, es porque estoy atontada por lo mucho que te quiero y esto no pasaría con nadie más que tú. Eliges pensar que estoy borracha y que dejaría que cualquiera se aproveche de mí. Eliges creer que te traje a este cuarto para esto cuando yo solo quería hablar.

Lo más triste es que parece como si en verdad me desearas, como si en verdad me buscaras, como si en verdad me esperaras; pero crees que ya no deberías. Ya me hiciste tanto daño y todos ya están tan cansados y ya hemos hecho tal escándalo que no tendríamos el apoyo de nadie, y lo sabes. Sabes, también, que tú quieres algo que cambió hace mucho tiempo y que no regresará nunca de la misma manera. Quieres recuperarlo, pero sabes que tus esfuerzos nunca serán recompensados exactamente con lo mismo, así que te entercas.

Tal vez lo que es realmente triste es que eres un cobarde, y yo también lo soy."

Viste tanta tristeza y tanto amor en sus ojos y en su media sonrisa y a la vez sentiste tanta verdad que la soltaste, te levantaste y te fuiste corriendo. Cerrando la puerta de ese cuarto, de esa casa, del taxi, de tu casa, de tu cuarto, de tu baño, y te pusiste a llorar frente al espejo.


Estuve a punto de dormir y me despertó la necesidad de escribir. Lo que a uno se le ocurre cuando cierra los ojos y todo está oscuro.
La imagen es de aquí.

martes, 24 de julio de 2012

Recuerdos de febrero



Recordé esa noche de febrero y la esquina de Larco con Benavides. El banco, las rejas, el semáforo, los micros. La gente que pasaba y se quedaba mirándonos. Las lágrimas que caían por mi cara y por la tuya. La pena y el infinito sacrificio que sentía que hacía. Fue como arrancarse un tumor del que me había encariñado. Eras mío, eras parte de mí, eras amado, pero me hacías daño.

"No puedo con esto, no soporto como me tratas. Te dije una última oportunidad. Ésta vez sí es la última. Tal vez yo no soy la persona con la que vas a ser bueno, no soy la persona a la que vas a tratar bien, no soy quien saca lo mejor de ti. No creo que me ames tanto como crees que me amas porque cuando uno ama a alguien, no le hace daño. Tal vez simplemente no somos el uno para el otro. Tal vez yo no soy la persona que te inspira a tratarla bien. Me da muchísima pena no ser esa persona, en serio, pero parece que no hay nada que pueda hacer al respecto. Ya lo intenté mil veces, ya te di muchas últimas oportunidades. Yo sé que merezco que me traten mejor y yo sé que mereces encontrar a esa persona que te haga mejor. Yo sé que puedes cambiar, que puedes ser bueno, pero sé que no será conmigo."

Entonces, a mis diecisiete años, sentí que tenía toda la sabiduría del mundo y que hacía el sacrificio más grande. No te dejé abrazarme o besarme por última vez e intenté perderme entre la gente. Sabía que si te dejaba mantenerte cerca me podías convencer de darte otra última oportunidad, pero yo ya no podía soportar más últimas oportunidades así que intenté alejarme lo más posible. Además, sabía que estar cerca nos hacía daño y, de todas maneras, yo solo quería seguir con mi vida.

En ese momento me sentí perdida, había alejado al centro de mis días, no sabía qué hacer sola. Sin embargo, entre las ganas de regresar al terreno conocido y seguro de tus brazos, supe que había tomado la decisión correcta y que solo seguían cosas buenas. Las cosas buenas vinieron y se fueron, como todo. La vida fue buena conmigo, como también fue injusta luego. Todo siguió, todo sigue y yo estoy bien.

Yo sé que te dolió mucho, que nunca me entendiste, que me guardas rencor hasta ahora, pero estoy convencida que nunca he sido tan sabia como el día que te dejé ir. 


La imagen es de aquí.

viernes, 20 de julio de 2012

Culpa



No te hagas la que está durmiendo, 
recuerda de tu trovador
que yo ya comprendo, comprendo... 
la humana ecuación de tu amor.
(...) Mas, cae, cae el aguacero
al ataúd, de mi sendero,
donde me ahueso para ti...
-Lluvia, César Vallejo.

Eres demasiado linda y demasiado bonita. Eres la persona más buena del mundo. Nadie debería hacerte llorar, nunca, y yo soy el que lo está haciendo. Yo soy el que te está haciendo sufrir. Soy una basura.

Ojalá pudiera absorber todo tu sufrimiento, no sé. Ojalá pudiera hacer algo para que tú dejes de sufrir y lo sufra todo yo. Tú no te lo mereces, no mereces sufrir así.

Mira como estás. Mira como sufres. Yo no valgo todo lo que te esforzaste por mí. Tú diste tanto y yo no di nada.

¡Mírame! ¿Por esto estás llorando? Soy una basura, no valgo que sufras así por mí. No soy nada.

Tú eres la que amaste de verdad. No sé cómo explicarlo. Tú amaste más, tú amaste bien.

Perdón por hacerte tanto daño.


Ya entiendo tu culpa.
La imagen es de aquí.

jueves, 19 de julio de 2012

Lejano



Tantas veces no he sabido decir tu nombre.
Tantas veces me atoré con las letras y me tropecé sobre las sílabas
Y no supe ser lo que querías que sea.

Me perdí y te busqué entre lo que entendía.
Quise encontrarte en mí y no pude porque siempre estuviste tan lejos.
Entonces de lejos te amé.

Y amarte de lejos es difícil porque no hay nada que alimente la llama.
Pero la llama sigue ardiendo, testaruda.
Ardiendo en base a ilusiones.
Y no sabe qué más hacer.


Lo escribí hace como dos semanas. Ya no es válido, pero sigue siendo bueno.
La foto es de aquí.

lunes, 16 de julio de 2012

Qué importa


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

(...) Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor y tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
-Poema XX, Pablo Neruda.


Laura, por favor, para de llorar. Te lo pido, te lo imploro. Me rompe el ama ver tu carita surcada por las lágrimas, tus ojos hinchados, tus facciones en un mueca de dolor infinito. Para de llorar, por favor.

Qué importa si no supo valorarte a pesar de que hiciste malabares entre tu falta de tiempo para poder mantenerlo contento. Qué importa si te rajaste, si le entregaste toda tu vida. Qué importa si le diste a elegir entre todo lo que tenías para que se lo lleve, y se lo llevó todo para luego no quererlo más y odiar todo lo que le diste. Qué importa si al final terminó odiando todo el tiempo que hizo que gastaras en él, si terminó odiando a tus amigos que lo acogieron con todo el cariño del mundo, si terminó odiando todo lo que eras y lo que hacías.

Laura, tú sabes que vales más que esto. Sabes que vales más que estar reducida a un engendro 10 kilos más liviano que no para de llorar, que no sonríe en serio, que está hundido en un hoyo que no parece tener salida. Sabes que eres inteligente y que eres bonita, aunque ahorita eso parece tan lejano porque te la pasas comparándote, pero en el fondo, lo sabes. Tú lo sabes, Laura, así como sabes que vales mucho más que toda esta situación, vales más que lo que te hicieron, vales mucho como para tener que sufrir el amor no correspondido así.

Qué importa si fue muy rápido, si pasaron apenas dos semanas y ya estaba detrás de otra más. Y de ella, para colmo. Qué importa si te dijo que le empezó a gustar después de terminar contigo. ¿Qué? ¿El día después? Qué importa que no le haya importado tu reacción, que no le haya importado que si tú te enterabas, probablemente caerías tan hondo que no podrías salir de ese hoyo nunca. Y ya qué importa, Laura, que mientras tú tomabas pastillas para dormir para así no sentir tu dolor, él salía con ella muy contento. Que mientras tú te pasabas semanas sin comer, ellos salían a comer. Qué importa si mientras tú intentabas matar el amor que sentías llevándote a ti misma de paso, él ya buscaba uno nuevo.

No, Laura, ya no. Yo sé que tienes el autoestima hecho pedazos, pero ya no más. Ya no más compararse, ya no más sentirte menos. Ya no más no poder quererte porque él no lo hace. Porque, claramente, él no sabe nada de la vida ni de los sentimientos y, si hizo lo que hizo, no le importa lo que sienten los demás y por lo tanto es un pésimo juez. Ya no, Laura. No más lágrimas, ni días sin comer, ni estar siempre de mal humor, ni sufrimientos. Nadie vale tanto como para que sufras así. Aunque parezca que él lo vale, no lo hace.

Qué importa si lo intentaste todo, si cambiaste todo, si ya no eres la misma. Qué importan todas las cosas que hiciste por él, todas las huevadas que le aceptaste, todo el amor que le diste. Qué importa si intentaste abarcar todo lo que él quisiera, si intentaste ser su enamorada perfecta, su mejor amiga, su hermana, hasta su madre. Qué importa si lo cuidaste y lo acompañaste y lo aconsejaste intentando que madure un poquito, que valore a las personas que lo quieren, y al final nunca te hizo caso. Ya qué importa, Laura. 

Tú sabes que vales más que todo esto. Vales más que los meses que pasas sufriéndolo, que las lágrimas que lloras, que el infinito vacío que sientes. Eres mucho más que todo esto, Laura, y es hora que lo entiendas. Él te perdió, él botó a la basura todo lo que hiciste y se perdió el brillo de tus ojos. Él te perdió y no podrá ser parte de la alegría que esparces. Él es que perdió tu luz, no tú la suya. Ya sabes, Laura, que después de todo eso, él no vale la pena. Deja de llorar, por favor.

Ya no más.


Tal vez me arrepienta mucho de publicar esto.
La imagen es de aquí.

domingo, 15 de julio de 2012

"Suficiente"



¿Cuándo es, en serio, suficiente? ¿Cuándo has soportado "suficientes huevadas" de alguien? ¿Cuándo has llorado "lo suficiente"? ¿Cuándo el tiempo es "suficiente tiempo"? ¿Cuándo "amaste lo suficiente" y llegó a ser demasiado?

¿Hay, en realidad, un "suficiente"? Una regla aplicable a todo, o un conjunto de reglas, como un código. "Cuando ya vino con huevadas más de tres veces, es suficiente". "Cuando llegas a las 100 lágrimas, es suficiente". "Cuando pasa un tiempo proporcional a un día por cada cosa bonita y menos un día por cada cosa horrible, es suficiente". "Cuando amaste tanto como para soportar más de tres huevadas, como para llorar más de 100 lágrimas, como para sufrir más del tiempo correctamente proporcional; es suficiente".

¿Qué es "suficiente"? ¿Cuándo lo alcanzas? ¿Cómo sabes cuando lo alcanzas? ¿Cómo sabes que un día lo anterior ya pasó, porque ya fue "suficiente" de eso? Yo puedo decir que me ha pasado, que llegó un día en que decidí que ya había soportado lo suficiente, que supe que no merecía ese trato y no estaba dispuesta a permitirlo más.  El problema es que, para cuando llegó el "suficiente", yo ya estaba muy herida, ya había soportado demasiado. En este caso, mi "suficiente" llegó muy tarde, debió haber llegado más temprano, debí haberme dado cuenta antes. Aunque probablemente pensaré eso de todas las cosas malas que me pasen en la vida, que no debí haber reaccionado así, que una reacción menor hubiera sido "suficiente".

El verdadero problema radica, creo yo, en encontrar el "suficiente" y saber manejarlo. Poder encontrar ese momento en el que sabes que podrías seguir con lo mismo, pero que también puedes ir por otro camino. Encontrar el momento en el que estés en el problema, pero se te abra otro camino de la solución. Eso es lo verdaderamente complicado, porque a veces estamos tan enfrascados en el problema y en la única solución que conocemos, que no podemos ver que ya estamos casi curados de él. Entonces, podemos seguir por siempre "medio curados" y aún en el problema, o ir por el lado. 

Depende, también, de qué "suficiente" se hable. Supongo que, cuando te haces daño, el suficiente siempre debe llegar antes porque el dolor es tan duro y tan difícil de soportar. Pero, ¿cuando es algo bueno? Supongo que es lo mismo, ¿no dicen, acaso, que todo en exceso hace daño? ¿Se puede amar lo "suficiente"? ¿Amaste demasiado y ya no puedes dar más? ¿Amaste demasiado y ya no quieres dar más? ¿Eso existe? "Te amé lo suficiente", lo suficiente para hacerte feliz, para dejarte libre, para entregarte mi vida y todo lo que quisieras de ella. Y si no es así, si amaste tanto para encerrar, para prohibir, para hacer infeliz a alguien, entonces eso no es amar. Por lo tanto, para las cosas buenas no hay, necesariamente, un "suficiente". Para las cosas buenas debemos dar mucho, mientras que no se torne doloroso.


El suficiente en el amor debe llegar cuando el amor es de un solo lado, porque entonces se vuelve desamor, y duele. Cuando duele se vuelve dañino para la persona y se debe detener, se debe llegar a un punto en el que amaste sin ser correspondido lo "suficiente". Lo suficiente para estar dispuesto a otorgarle todo lo hermoso del mundo a esa persona, pero lo suficiente para no hacerte mucho daño en el proceso. Porque, al final, los sentimientos dependen de dos y el que una persona no te ame, no lo puedes solucionar. Entonces, el problema radicará en dejar de amar, como si fuera tan fácil. Radicará en olvidar lo sentimientos, en que te deje de importar la persona o, en el peor de los casos, en acostumbrarte al dolor de su vacío. Eso sería horriblemente cruel y triste, pero supongo que sucede y espero que no me suceda a mí.

La vida es, obviamente, para dar más que el "suficiente" reglamentario. La vida es para dar todo, para "dejarlo todo en la cancha", para vivir bien las cosas sin preocuparte de dar de más. En el caso de que algo te haga daño, debes encontrar tu "suficiente", tu camino alterno, tu opción para ser feliz. Todos queremos ser felices, nadie quiere, en realidad, sufrir. Solo que a veces es tan difícil ver la luz al final del túnel, pero tal vez encontremos la salida alterna o el pasaje escondido para salir de él.

Pensé que había encontrado mi "suficiente", pero creo que no supe manejarlo y se me escapó. O tal vez simplemente se añadieron más datos a la ecuación que no consideraba antes. En todo caso, lo seguiré buscando.


La imagen es de aquí.

martes, 10 de julio de 2012

Enamorado



"¿Alguna vez te has enamorado? Pero enamorado en serio. Un amor tan grande que te haga sonreír de la nada y que te haga emocionar hasta las lágrimas con solo una mirada. Un amor que te de libertad, con el que te sientas libre en verdad. Que te haga feliz y que haga que contagies esa felicidad.
¿Te has enamorado como si tu vida dependiera del amor que otorgas? ¿Como si cada gota de cariño te llenase de vida? ¿Como si, no importa cuáles sean tus sueños o qué hagas en tu vida, todo regresara a ese amor como motivación y energía que mueve todo?
¿Te has enamorado en serio? ¿Arrancándote el alma para ser libre por completo?
Pero, más importante que eso, ¿acaso crees que exista un amor así?"

"Lo que yo creo, querida, es que has leído demasiados cuentos de amor.
Y te los has creído."


La imagen es de aquí.

domingo, 1 de julio de 2012

Nubes



Las nubes me buscaron solo para decirme que ya no estás.
En sus murmullos encontré la nostalgia de esas tardes que nunca podré llamar mías, ni tuyas.
Vinieron para llevarse los atardeceres de tus llamadas y ese espacio nuestro que ya no será.
Se nublaron mis mañanas de aquí hasta diciembre, y de diciembre hasta que encuentre otra razón para sonreír.
Se nublaron también mis puestas de sol y el sonido de la lluvia ensordece lo que nunca dijiste.
Ya no estás y las nubes no se van.
Me quedé sin ti y sin estrellas qué mirar.


Encontré esto que escribí hace más de dos años, ¡cómo pasa el tiempo!
Lo comparto porque me gustó bastante.
La imagen es de aquí.

viernes, 29 de junio de 2012

¿Quién es Laura?



Laura es una chica, una mujer joven de edad indeterminada. Ella tiene dos brazos, dos piernas, dos manos, dos pies, dos ojos, dos orejas y demás fracciones del cuerpo humano en proporciones normales.

Laura estudia, tal vez trabaje, pero probablemente no porque le falta el tiempo. Estudia algo que la rete, algo que considera complicado pero que le da sentido y dirección a su vida. A veces se cansa y se frustra y quiere tirar todo por la borda y buscar un camino más fácil, pero no lo hace porque siente que no hay otro camino para ella. Laura no se rinde, nunca.

Laura no es una chica de muchos amigos, pero le cae bien a la gente. No es de la que se pelea con todo el mundo, pero tampoco camina por la vida siempre rodeada de gente. Laura aprecia su soledad, la quiere y la disfruta. No le gusta escapar de ella o invadirla con problemas de otros, le gustan sus momentos de soledad tanto como sus momentos de compañía. Ella entiende que la vida está hecha de momentos que se deben disfrutar. Tiene un par de muy buenos amigos a quienes necesita y con quienes comparte sus aventuras por el mundo y con los cuáles, a veces, comparte su soledad.

Laura ama, ama mucho, tal vez ama demasiado. Y por lo mismo sufre mucho las pérdidas de lo que amó. Laura se da el lujo de amar sin miedo, de no ser corazón cobarde, de sentir todo como si tuviera los nervios expuestos a la intemperie. Se da el lujo de amar así porque es valiente, es honesta con todos y, en especial, consigo misma. Entrega el corazón en bandeja, confía, enamora y se deja enamorar. Laura no conoce de límites en su amor, ama libremente y deja a su amor en libertad. Cree en el amor como se cree en los mitos, le tiene fe. Tiene fe en amar puramente, en amar al ser y no a la imagen, en amar libre y profundamente.

Laura a veces cae en abismos oscuros. A veces no sabe qué hacer ni cómo comportarse. En especial, no sabe olvidar. No sabe hacerlo a consciencia, a veces sucede que ella olvida, y eso está bien, pero cuando siente que debería, no puede. A pesar de todo, Laura vive y sigue viviendo. Vive y entrega, porque no tiene sentido vivir sin repartir sentimientos por el mundo, porque el que no cambia nada y no afecta a nadie, no vive en verdad.

Laura conoce los recovecos en los que se esconden los sentimientos en su mente, se comprende a sí misma como ser humano y se quiere de esa manera. Entiende que sus fallas humanas existen, se codea con ellas y llega a un término medio en el que ella puede ser lo que quiera ser sin intentar cambiar su condición de humana, de persona. Puede ser lo que quiera ser sin intentar ser perfecta. Se quiere con sus fallas y sus defectos y no deja que éstos la detengan en su búsqueda por una vida tranquila, no sólo para ella, sino para todos.

Laura no soy yo, aunque me gustaría ser ella. Laura podrías ser tú o podría ser una de las miles de personas que viven en el mundo. Al final, Laura es un medio por el cuál vivo, por el cuál siento, por el cuál me enfrento a lo que pienso y a las decisiones que tomo. No soy Laura, definitivamente, pero de hecho que Laura tiene un poquito de mí y a mí me encantaría tener mucho de ella.


Después de haber leído algunas entradas sobre ella, les presento a Laura.
La foto es de aquí.

domingo, 24 de junio de 2012

Perdido



Lloras tu corazón roto como se llora una pérdida, un luto.
Lloras amargamente sosteniéndote a ti misma como si de eso dependiera tu vida.
Lloras por quien se fue, por los recuerdos, por lo que no regresa.

Lloras una pérdida. Te has perdido.
Te has echado a perder.


No sé, en verdad no sé qué es esto.
La foto es de aquí.

lunes, 18 de junio de 2012

Olvidando



Caminas por ahí buscando de quién enamorarte, intentando olvidarla. Buscas en todas alguna característica que te llame la atención al menos un poco, buscas una cara, cualquiera, que te haga saltar el corazón. Sigues, por todos los medios posibles, intentando dejar atrás la tristeza, el vacío, la soledad. No logras estar tranquilo contigo mismo, incluso después de tantos meses. 

Sigues en las mismas, en las mismas soledades que te apremian cuando estás solo en tu cuarto y que intentas mitigar hablando con personas que, en realidad, no te divierten. Te entretienes preocupado por los problemas de los demás para no enfrentarte a los propios y al final hablas con tanta gente que tienes montones de problemas ajenos para analizar. Tu vida ya no es tu vida, aunque quieras creer que sí, que ahora sí haces lo que te da la gana. Vives apoyado en los otros, en las vivencias de los otros, en las alegrías de los otros mientras tu vida pasa en una neutralidad mortífera. Ya casi no recuerdas la última vez que sonreíste de pronto al recordar algo, la última vez que caminaste por la calle con alegría, la última vez que te reíste a carcajadas de ti mismo.

Pasas el tiempo leyendo, jugando videojuegos, revisando Facebook, leyendo las noticias, hablándole a todo el mundo, pidiéndoles que te acompañen a algún lado, a comer, a tomar, a salir, a todos lados. Pidiéndoles que te ayuden a escapar de tus pensamientos y de ti mismo, de la culpa y de la soledades que sientes. A donde vas miras, te ríes de sus chistes, cruzas los brazos, miras con interés. Eres un buen amigo, dicen. Siempre estás ahí, dicen. Es que escuchas porque no tienes de qué hablar y estás ahí para que te entretengan con sus vidas, para olvidarte de los pensamientos que intentas evadir a toda costa.

Al final, estás más solo que nunca y no sabes por qué. Lo intentas todo, pero, cuando ya no tienes nada que te entretenga, sientes una creciente presión en el pecho que te indica que, en el fondo, nada está bien. Y si nada está bien en el fondo, nada nunca estará bien en la superficie. Ahí es cuando utilizas el último recurso, el que siempre funciona, y te echas a dormir. Quién sabe qué soñarás y si en verdad lograrás escapar de la presión en el pecho, pero parece que funciona porque pasa el tiempo sin que te des cuenta y vuelves a entretenerte y a olvidar por un rato.

Lo más triste de todo es que, después de todo este tiempo, ella está en la misma situación que tú.


Cada vez se me ocurren más y más historias y sentimientos random. Debería hacerles su propia etiqueta.
La imagen es de aquí.

viernes, 15 de junio de 2012

Caminar



Te vi caminar a lo lejos con tu casaca a rayas y tus converse gastadas, con las manos en los bolsillos y mirando al suelo. Quise acercarme a hablarte, preguntarte cómo va tu vida, contarte un poco de la mía y sentirte cerca un rato. No lo hice, sólo te vi pasar de lejos.

Y te quise acariciar el pelo, pegar mi frente contra la tuya, chocar narices, mirarte directo a los ojos y sonreírte con la mirada para que sepas que seré siempre tuya.


Cosas que se me ocurren cuando tonteo.
La imagen es de aquí.

miércoles, 13 de junio de 2012

Confesión



Caminan por la noche, se ríen, hablan. Es un buen amigo, Laura, un muy buen amigo. A veces, o casi siempre, te ayuda a dejar de llorar y de pensar tanto. Llegan a la puerta de tu casa, te dispones a entrar y te dice:
-Me gustas, mucho.

Se detiene el mundo un rato mientras tratas de encontrar la respuesta correcta. No la hay, sólo está la verdad y lo que le gustaría escuchar. La verdad es que no te gusta, que tienes el corazón ocupado y que agotaste todo el amor que tenías. Lo que le gustaría escuchar sería sólo una vulgar mentira para no hacerlo sentir mal y para no sentirte mala. Laura, no querer a alguien no te hace mala, eso ya lo sabes.

No sabes qué decir, por tu cabeza pasan miles de imágenes que se resumen en: "¿cómo llegó a esto?". Entonces tu mente pasea por memory lane y recuerdas cómo llorabas y cómo intentaba calmarte y como se apoyaron en sus soledades y encontraron el uno en el otro grandes compañías en la soledad. Recuerdas el apoyo y las palabras de aliento y las risas que al final terminaban en llanto. Contigo todo siempre termina en llanto, Laura. Entre los recuerdos intentas buscar dónde la cagaste, dónde lo confundiste, qué hiciste para maldecirlo así. Desde hace tiempo que piensas que ojalá nadie se enamore de ti porque no podrías corresponderlo. Ahora que sucedió, ¿cómo revertir esto? ¿Qué hacer o decir?

Ay, Laura, no quieres ser cruel. No quieres romper corazones como se rompen las promesas: en silencio y con descaro. No quieres romper corazones como rompieron el tuyo, ni quieres que sientan que no valen la pena. Ya sabes lo que se siente, no quieres hacer que nadie pase por lo mismo. No quieres tener a nadie más, nunca, y quieres que lo entiendan. Que entiendan que quieres tener muchos amigos con los cuáles divertirte y reírte y olvidarte que algún día hubo uno solo que te hizo reír. Quieres tener muchos amigos que rellenen el tiempo y los días que pasan sin que regrese. Amigos divertidos, amigos que te apoyen, amigos que estén ahí y para los cuáles estar ahí, siempre. Eso es lo que puedes ofrecer y lo que quieres que te ofrezcan, amistad.

De todas maneras no lo comprendes, no comprendes de dónde sacó la valentía para venir y decirte esto ni qué esperaba al decirlo. No comprendes por qué tú, por qué quiere una persona a la que probablemente ha visto llorar más que sonreír. No comprendes por qué, de todas las personas, tenías que ser tú y casi lo culpas por ponerte en ésta situación. No comprendes por qué, a pesar de que sabe todo lo que has pasado y te ha escuchado decirlo mil veces, decidió ignorar que tú amas a alguien más. En especial, no comprendes por qué no quiere ser corazón cobarde y esconderse y no permitirse querer a alguien que sabe que no va a poder tener. No comprendes por qué se lanza al vacío como tú.

Es que, Laura, no entiendes que eres mágica, que eres especial, ni que, sin quererlo, la gente a veces se enamora, como lo hiciste tú. No entiendes que él tiene sus razones como tú tienes las tuyas que nadie entiende, a veces ni siquiera tú. No entiendes que no es lo mismo, que no es un capricho suyo de la misma manera que no es un capricho tuyo. Que hay cosas que no se pueden controlar, como los sentimientos, como los sentimientos que sufres y que no puedes erradicar, es igual. No entiendes que esto no es hacerle daño porque no es a propósito y que si algo debes hacer es por lo menos aplaudir su coraje y ser honesta con él.

-Me da mucha pena porque tú sabes que todavía lo amo.


Voy escribiendo esta entrada hace semanas. La borré y la volví a escribir. La guardé y la edité y la volví a guardar. Hoy la publico, de una vez por todas. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

La foto es de aquí.

lunes, 4 de junio de 2012

Irse



Se olvida. Se olvida y se va, Laura. Lo ves partir una vez más, lo ves seguir y olvidarse y ser feliz. Lo ves irse de nuevo, tranquilo y confiado, como los que saben que su trabajo ha terminado. Se va, se va, desaparece entre las luces, se vuelve un borrón, un puntito, y desaparece.

¿Y tú, Laura? Tú te quedas sentada esperando un milagro. Que no parta, o que partas tú.


Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Son sólo escenas que explotan entre mis pensamientos cotidianos.
La imagen es de acá.

miércoles, 16 de mayo de 2012

20 confesiones



Vengo a confesarles 20 cosas que probablemente no sabían de mí. A menos que sean mis mejores amigos o algo así y me estén leyendo. Así no vale.

1. Ya no le tengo tanto miedo a la oscuridad. Ya puedo dormir con la cabeza fuera de las sábanas.
2. Voy como cuatro años intentando dejar de comerme las uñas. No he tenido mayores resultados, aunque durante las vacaciones suelo tener las uñas largas y luego me las como cuando empiezan las clases.
3. Antes escuchaba mucho Slipknot, pero ahora no recuerdo ninguna de las canciones.
4. He pasado por tres colores favoritos según recuerdo: azul, negro y morado.
5. Tengo un peluche de un lobo/siberiano desde que tengo memoria y se llama Wufwuf. Está sentado sobre mi tocador.
6. Mutilé un oso de peluche y lo convertí en un oso zombie. Me causó algunos problemas. Larga historia.
7. Cuando era muy chica (5 ó 6 años) recuerdo que tenía el cassette de Pies descalzos de Shakira. Era negro. Cantaba a todo pulmón y mi hermano me gritaba que me callara.
8. Tomo mucha manzanilla y hierba luisa con miel. Lo que una amiga llama "mis hierbitas".
9. Tengo el colesterol alto y por lo tanto tengo una dieta algo controlada. Digo "algo" controlada porque en verdad no puedo no comer grasas por siempre. Son tan ricas.
10. Mi papá me dice "flaca" y mi mamá me decía "pulga", ahora me dice "bebita". Mi hermano me dice "Manita".
11. No me gusta admitirlo, pero a veces escucho algunas canciones de Alejandro Sanz y de Arjona. Además, estoy convencida que esto les sucede a todos pero nadie lo quiere admitir.
12. La mayoría de mis carteras eran de mi abuela.
13. No sé si todavía puedo, pero cuando era chica doblaba la pierna de una manera en la que hacía sonar mi rodilla. Daba nervios.
14. He subido el Huascarán, le he dado la vuelta al lago Titicaca, he visitado toda la costa del país pero nunca he ido a Disney. Ni a Estados Unidos más que al aeropuerto de Miami y el de New York, ahora que lo pienso.
15. Por un verano corrí olas en San Bartolo y me sentí una chibola bien chévere.
16. Antes dibujaba y pintaba mucho, incluso consideré estudiar Arte.
17. También consideré estudiar Literatura.
18. Decidí estudiar Biología en un viaje de estudio del colegio a Tambopata en cuarto de media. Vi la naturaleza, respiré la humedad y pensé: "No podemos perder esto".
19. No me gusta el sonido de las sirenas, siento que alguien está mal y no puedo ayudarlo.
20. Me gusta más escribir que aprender muchas cosas de biología.

Listo, otra lista de cosas random. Ahora me conocerán un poco más, ¿supongo? Es una entrada light porque estoy escribiendo otra que no sé si publicar...

sábado, 12 de mayo de 2012

Visita


Caminas por estas calles, Laura, y sabes que no es una buena idea. ¿Recuerdas la última vez que pasaste por aquí? Llorabas mares y odiabas al mundo. Caminabas con el alma hecha pedazos y arrastrando tus ilusiones por el suelo. Hoy te veo diferente, sí, pero no entiendo tu propósito. Sé que tienes cosas qué decir y que no quieres callar. Sé que sientes que él debería saberlas. Sé que crees que escucharlas lo ayudará, pero me preocupa tu frágil corazón, Laura. No creo que soporte mucho más de esto.

Ya llegaste a su puerta, ¿qué vas a hacer? Tu instinto te dice que corras, que regreses a casa, que te escondas bajo tus sábanas y llores con rabia tu cobardía. Yo te diría que hagas lo mismo, exceptuando la parte de llorar. Tu corazón palpita rapidísimo, sientes que va a reventar, pero ya lo has sentido reventar muchas veces, ¿no? Reventar del amor tan grande que sientes por él, reventar de la tristeza profundísima que te causó esa noche de diciembre. El corazón no revienta, Laura, y menos por emociones. Es un músculo fuerte, fuerte como debes serlo tú.

Te atreviste a tocar el timbre, ahora sí creo que te has vuelto loca. Tu corazón en verdad se ha vuelto un caballo de carrera. Tun-tutún. Tun-tutún. Y eso que pensábamos que no podía latir más rápido. Te mueres de los nervios, ahora sí consideras como una excelente idea el salir corriendo hasta que las piernas se te caigan. Los segundos pasan lentos, ¿o han pasado minutos? Dios, ¿cuánto se puede demorar éste hombre en abrir la puerta?  Siempre se demoraba por todo, ¿no? Siempre llegaba tarde y eso te molestaba mucho porque tú eres demasiado impaciente, Laura. Tú no sabes esperar así como no has sabido esperar a que se cure tu corazón.

Aparece tranquilo desde la sala. Tú, parada afuera de la reja, lo ves antes de que él te vea. Por esos diez o veinte pasos que da antes de verte, lo miras sin temor. ¡Deja de aliviarte el alma con su imagen! ¿No ves que ya no es tuyo? Aún así inspeccionas cada parte de su cuerpo, no ha cambiado nada. Tiene el pelo más largo, está un poco más gordo. Sigue siendo el hombre con el que sueñas todas las noches. No te entiendo, Laura, pensé que habías mejorado, pero te veo acá parada afuera de su reja jugando con tus manos y alegrándote el corazón con el brillo de sus ojos. Deja de amarlo, Laura.

Ya te vio, paró en seco. Puso esa estúpida cara de culpa, de pena. Tu corazón se dio un triple salto mortal y ya te olvidaste de todo lo que viniste a decirle. Te olvidaste de todas las palabras cuidadosamente elegidas y ensayadas que le querías decir. Se borró todo, hasta la alegría del corazón que te causó hace unos segundos. Se borró todo de tu mente y fue reemplazado por esa cara de pena. Como si fueras un cachorrito que dejó en la calle a su suerte y que no tiene cómo cuidarse. Como si se sintiera mal por no poder amarte como tú lo amas. Como si se sintiera mal de que sigas enfrascada en éste amor ridículo. ¡No entiendo cómo puedes amarlo, Laura!

Se miran por unos segundos, él con su cara de pena y sorpresa y tú luchando contra las lágrimas que invaden tus ojos y contra las ganas de saltar a besarlo.  Él inmediatamente baja la mirada, como siempre. Se mete las manos en los bolsillos y, levantando un poco la mirada te dice: “Hola”. Te ha dado rabia su porte de culpa y su cara de pena y por eso te has llenado de valentía. Vas recordando algunas de las palabras que has ensayado durante toda la semana. “Hola, ¿qué tal?”, le dices. “Quiero conversar contigo, ¿me dejas pasar?”. Muy bien, muy bien, Laura. Sonaste segura, convincente. No se te quebró la voz aunque por dentro se te esté quebrando el alma.

Te dice: “Ehh… Ya, si quieres”, y te abre la reja. “Si quieres”, siempre “si quieres”. Y, ¿qué quiere él? ¿Qué te vayas corriendo hasta tu casa y no salgas nunca más? ¿Quiere no volver a verte ni saber de ti? Pregúntale, Laura, tal vez no responda nada, de nuevo. Tal vez te diga, una vez más, “lo que tú quieras está bien”, pero guarde rencores luego. Pregúntale, Laura. ¿No lo harás? Bueno, pero no me digas que no te advertí. Sigo pensando que es una mala idea, aún estás a tiempo de regresar a casa y ver alguna de tus series para escaparte un rato de la realidad. Está bien, sientes que tienes que hacer esto. Entonces te apoyo.

Entras por la reja, pasas muy cerca de él. Ahora sí que quieres abrazarlo, pero no te atreves. Sabes que no deberías, que ni siquiera deberías estar ahí molestando, pero si es que has llegado a tantas conclusiones, crees que deberías comunicárselas. Ay, Laura, este amor te ha vuelto loca, estoy segura. Lo sigues, entran a la sala, te sientas en uno de esos sillones comodísimos. Ya no hay vuelta atrás. Recuerda todas esas palabras que ensayaste en tu mente todo el día, esas que no te dejaron rendir bien en los parciales y que te quitan el sueño en la noche. No, no recuerdes eso. No recuerdes cuando dormían abrazados en esos precisos sillones. Déjalo ir, Laura. Olvídate de una vez.

Él se sienta en el otro sillón, te deja sola en el de tres personas y se sienta en el de dos. Coge uno de los cojines y lo abraza. Es su maniobra de defensa, ya lo sabes bien. Él mira al piso y de cuando en cuando levanta la mirada hacia ti. Tú estás sentada en el borde, arqueada, jugando con tus manos. Pasa un minuto eterno y sabes que él no dirá nada así que empiezas…

“No quería molestarte, en verdad, perdón por venir así. Es que he estado pensando mucho y quería hablar contigo. No vengo a pedirte que regreses, jajaja, no me mires así. Es sólo que hasta ahora no entiendo bien las cosas y eso me mata. Yo sé que ha pasado algún tiempo, tú estás bien, ¿no? Qué bueno, qué bueno… Pues, estaba pensando que de repente no te traté bien, que te pasé mi estrés por el ciclo y mi malhumor. Lo siento, en verdad.

Aparte, estaba pensando… Vivimos demasiado en muy poco tiempo. En menos de un año pasamos por demasiadas cosas, en especial por mi parte. Vivimos todo muy rápido, nos conocimos demasiado y entregamos todo lo que teníamos. Al final, en 8 meses se te acabó todo para dar, aunque yo igual quería compartir toda mi vida contigo. Y es que mi vida es tan amplia, ¿no? Todos los días aprendo cosas nuevas y entretenidas y siempre tengo historias que contar. No digo que tu vida se aburrida, ni nada, pero a veces creo que piensas que lo que te pasa no es digno de contarlo porque no es entretenido. No sé, yo sólo pienso.

Lo que quiero decir es que comprendo que al final no hayas tenido nada más que compartir o que no hayas querido compartirlo conmigo. Lo que no entiendo es por qué tenías que ir con ella. No te guardo rencor, te lo juro, no te odio. Sólo que en verdad me rompo la cabeza pensando en por qué fuiste con ella. Más o menos lo entiendo y está todo bien. Me hirió, me dejó un hueco en el autoestima, pero está todo bien. Te juro que estoy bien, no te disculpes más. Perdón si soné demasiado autoritaria al decir eso. Bah, ya no sé.

Quieres que seamos amigos y en verdad yo no puedo cumplir eso. En especial porque yo soy siempre la que te habla por el chat y la que se acerca a saludarte cuando nos encontramos. No sabes ser amigo mío más de lo que yo sé ser amiga tuya. Discúlpame decirlo, pero es recontra estúpido, en serio. De repente en un tiempo, ¿no? Nunca se sabe.

Y, bueno, eso era lo que yo pensaba. Sólo quería decirte eso. Ahora me voy que voy a salir con mis amigos. ¿Me abres la reja?”

Te felicito, Laura, no lloraste. Pero siento cómo se te rompe el alma en mil pedazos más. Es tu forma de despedirte de él de una vez, ¿no? ¿Eso haces? Caminas con todo el porte del mundo hacia la reja. Lo miras, le sonríes. Actúas demasiado bien, no se va a dar cuenta que te estás rompiendo. Te despides, le das un beso en la mejilla y le dices: “Gracias por conversar conmigo”, aunque la que conversó fuiste tú sola. Sales y escuchas que él cierra la reja. Sigues caminando hasta la esquina y te volteas a mirar esa casa que fue tu segundo hogar por muchos meses. Él no está en la reja mirándote, ya regresó a su cuarto probablemente para contarle a algún amigo lo sucedido. Ya no te va a mirar hasta que desaparezcas por la esquina esperando a que te voltees para lanzarte un “beso volado”.  Acostúmbrate, Laura, es así.

Por si acaso esperas hasta doblar la esquina para que no te vea y te desplomas a llorar. Es difícil decir adiós, Laura, pero estás siendo fuerte. Llora un poco más apoyada en esa pared, lo necesitas. Necesitas dejar que fluyan los sentimientos que guardaste mientras le hablabas. Los dejas salir en lágrimas amargas, amargas por el amor que amas y que se está pudriendo dentro de ti. Ya, ya calmaste todos esos sentimientos con sollozos. Levántate, se fuerte.

Ahora, sigue caminando por estas calles y espero que no regresemos nunca más. Hoy te veo diferente que la otra vez, en serio. No estás llorando mares, ya lloraste lo que necesitabas llorar. No odias al mundo porque estás tranquila contigo misma. Qué bueno que esto te haya ayudado en vez de derrumbarte. Te veo más tranquila, creo que ahora sí puedo decir que estás mejor. ¿Eso era todo lo que necesitabas? ¿Pensar y conversar? Pues te has tardado tu tiempo pensándolo, pero me alegro de tenerte de vuelta.

Sé que puedes sentir los pedacitos de tu alma reordenándose y fusionándose. Te tengo de vuelta, Laura.