miércoles, 12 de septiembre de 2012

Sobre la alfombra



Me encontró echado sobre la alfombra de un cuarto oscuro. Me miró desde arriba y me ofreció una sonrisa enorme, su pelo cayendo sobre mi cara.
- Já, ¿qué haces ahí?

Se echó a mi lado, nuestras cabezas juntas y nuestros cuerpos en direcciones opuestas.  Encajábamos como piezas de un rompecabezas.

A pesar de su sonrisa constante, yo sabía lo que en realidad pasaba por su cabeza. No me gustaba sentirla tan angustiada.

Nos mantuvimos un rato en silencio escrutando las sombras en el techo, perdiéndonos en palabras que no sabíamos si decir o no. 

La miré de reojo, ella miraba al techo completamente seria, perdida en las mismas ilusiones y nostalgias de siempre. Y yo, deseando que sus ilusiones fueran mías.
- ¿No te cansas?

Volteó a mirarme confundida, frunciendo el ceño.
- ¿No me canso? ¿De qué?

- De perseguirlo.

Sonrió, casi rió. Sus ojos brillaron, casi se inundaron.
- ¿A él? Creo que eso es lo peor de todo, ¿no? Que, aunque quiera, no me canso de perseguirlo ni de buscarlo. Ojalá lo hiciera.

Lo pensé, o creo que lo dije, ya no sé.
- Ojalá fuera a mí.

Y la besé.


Se me ocurrió y la imagen no tiene nada qué ver, pero no encontré otra.
El título es pésimo, también.
La imagen es de aquí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

una anécdota quizás?
varias personas se podrían identificar con esto, está bueno *o*

Anónimo dijo...

Y aún no responde.