Nos vamos a conocer y pensarás que soy tierna y yo pensaré que eres gracioso.
Me agregarás a Facebook y conversaremos de cosas sin importancia hasta la madrugada.
Pasarán las semanas y probablemente saldremos a algún lugar los dos solos.
Te darás cuenta que no puedo parar de comerme las uñas y me daré cuenta que no te molesta.
Me preguntarás sobre mis hobbies y yo no mencionaré que escribo un blog.
Te preguntaré sobre tu infancia y me contarás alguna historia idiota, graciosa, sin importancia.
Eventualmente saldremos de nuevo, y otra, y otra vez.
Tal vez te deje besarme y tú me dejarás sostener tu mano mientras caminamos.
Comeré helados y dulces y tú solo me observarás ensuciarme la cara, y te reirás.
Mirarás a la gente y recordarás historias que nunca me dirás.
De repente, un día me preguntarás si quiero estar contigo y yo me reiré y diré que sí.
Porque así es como van las cosas.
Entonces, saldremos más y estaremos juntos más tiempo.
Vendrás a mi casa y te contaré lo que sucedió en el día.
Me verás estudiar y yo ignoraré tu presencia por momentos.
Me acostumbraré a ti y tú te acostumbrarás a mí.
Te acostumbrarás a mis momentos de ausencia y me acostumbraré a tus silencios.
Me acostumbraré a tus enojos y te acostumbrarás a mi indecisión.
Nos acostumbraremos el uno al otro, a todas esas imperfecciones que no nos molestarán.
Me amarás.
Y yo te amaré menos de lo que le amé a él.
Me amarás más de lo que ella le amó a él.
Y te amaré menos de lo que tú me amarás.
Pero, al fin y al cabo, nos amaremos.