martes, 8 de mayo de 2012

El ciclo del amor



Hoy estuve conversando con una muy buena amiga mía y quedamos en algo.

Primero nos convencen de amarlos. Nos cortejan y nos persiguen y se venden como si fueran lo mejor del mercado. Nos convencen que con ellos no tendremos penas, que nos harán felices siempre, que se quedarán. Nos llaman, nos mandan mensajes de texto y nos hablan en el chat de Facebook (o en el BBm o Whatsapp para ustedes con Blackberry o smartphones). Nos hablan, nos hacen reír, pasean con nosotras y en verdad nos hacen felices hasta que eso que era sólo un gusto tonto se vuelve mucho más.

Hacen de nuestra vida un mar de felicidad. Nos llenan de besos y abrazos, nos dejan conocerlos y dejamos que nos conozcan. Terminamos sabiendo todo de esa persona, desde cada cicatriz de su cuerpo y cómo se la hizo hasta las locuras que hacía de niño. Creamos vínculos con sus amigos y familiares, nos llenamos el corazón de recuerdos. Llega un punto en el que pensamos que si pudiéramos vivir toda la vida así, terminaríamos en el mundo de los Teletubbies y todos serían ositos cariñositos.

Entonces, nos enamoramos perdidamente. Esperamos con ansias a que llegue el momento de verlo sólo para disfrutar un rato de su sonrisa, de su compañía, de su calor. Olemos nuestra ropa o nuestras sábanas porque quedaron impregnadas con su olor. Releemos sus mensajes de texto o del chat y recordamos cada palabra de lo que dice sólo para perpetuar su presencia un poco más. Volvemos a ver el preciso instante en el que sonrió y se formaron esos huequitos en sus cachetes una y otra vez en nuestras mentes. Recordamos detalles del día que podrían interesarle para poder contárselos y pensamos permanentemente: "Si él estuviera aquí...". Nos falta el tiempo para estar con él y necesitaríamos más horas en el día para pensar en él todo lo que quisiéramos pensarlo. Las horas sin él se pasan lento y las horas con él parecen minutos. Nunca es suficiente tiempo con él, podríamos estar con él por siempre.

El amor es hermoso, eres feliz. Nos arrancamos el corazón y se lo entregamos en bandeja de plata, bajamos la guardia. Sabemos que nos puede hacer daño, pero confiamos en que no lo haga. Amamos a más no poder, amamos todo de él. Y él también te ama, dice, y lo sentimos así. Damos todo lo necesario, todo lo que tenemos a la mano. Entregamos todo lo que podemos porque esa persona se lo merece. Entregamos todo por su felicidad y por la felicidad que nos da. Moldeamos nuestra vida para hacerle espacio al gran amor que sentimos, para darle un lugar enorme y especial a la persona que amamos. Sabemos que vale la pena hacer todo lo posible por él, nos preocupamos y nos desvivimos por él. Somos felices, somos muy felices y disfrutamos cada segundo del amor que sentimos.

Luego, se va. No importa si fue poco a poco o de pronto, nunca estamos preparadas. No importa si es que lo supimos desde siempre porque ya sabíamos que "todo termina", que "todo es momentáneo". El punto es que se va y nos deja en un mar de dudas. Dudas que no parecen resolverse por más que las pensemos y las lloremos y las racionalicemos. No sabemos qué hacer ni dónde escondernos de lo que sentimos. Queremos culparlo por irse, por nuestro sufrimiento. Al final, él fue el que nos convenció de amarlo, él fue el que nos prometió tanto. Si él nunca nos hubiera convencido de amarlo, no tendríamos por qué sufrir.  Eso no tiene sentido, sólo nacen más preguntas. Recurrimos a los demás para pensar en conjunto, para que nos ayuden a entender qué es lo que pasó, para que nos den las respuestas que buscamos como si fueran genios de lámparas y lo supieran todo. Obviamente sólo pueden ofrecernos algunas palabras reconfortantes y opiniones propias que ya depende de nosotras si creer o no.

Sufrimos y pensamos y sufrimos. Depende de la persona y la relación cuánto dura el sufrimiento pero, aunque no queramos admitirlo o mostrarlo, todas sufrimos. Algunas sufrimos más que otras, algunas terminamos heridas, con cicatrices. Algunas no pueden volver a comer pollo a la brasa por meses y otras no pueden ver carros azules. Todas sufrimos distinto. Eventualmente el sufrimiento para, sea porque nos cansamos de sufrir o porque se nos acabaron los sentimientos qué sufrir. Todo vuelve a su lugar, ya no lloramos, encontramos otros temas de conversación que no sean nuestras dudas terribles. Encontramos nuestras respuestas o simplemente ya no nos duelen las preguntas. Ya no lloramos solas sentadas en nuestros cuartos ni cuando el mundo no nos ve, echadas en nuestras camas intentando dormir. Somos libres de las dudas y de la culpa y entonces decidimos aprovechar nuestro tiempo.

Nos olvidamos de todo, o nos convencemos que lo olvidamos y nos lo creemos. Dejamos de pensar en él, no recordamos su sonrisa, nos deja de importar lo que hace y con quién. Disfrutamos de algún tiempo de soltería, la duración de ese tiempo depende de la persona y la ocasión. Llenamos el tiempo con amigos, nos enfocamos más en otros proyectos, volvemos a dirigir nuestra vida hacia nosotras mismas. Vivimos tranquilas, nos amamos a nosotras mismas y hacemos lo que queremos. Eventualmente, encontramos a alguien más que nos mueva el piso, que nos convenza que es lo mejor, que con él nunca tendremos penas. Y querremos empezar toda la historia de nuevo.

Y, al final, vale la pena sacarse el corazón y entregarlo y dejar que hagan lo que quieran con él. Que lo alegren y lo llenen de felicidad o que lo dejen en una esquina, olvidado. Vale la pena amar demasiado y entregarlo todo por esa persona que nos hace sonreír. Vale la pena intentarlo todo por esa persona que amas y por hacerlo sonreír. Vale la pena no ser corazón cobarde y sentir todo y quedarte con tantos recuerdos hermosos. Por eso no me arrepiento de nada y lo haría todo de nuevo.


La imagen es de Boris Vallejo.

3 comentarios:

Maye Nazario dijo...

Esa de "Algunas no pueden volver a comer pollo a la brasa por meses y otras no pueden ver carros azules" Me hizo recordar lo de "Quieres agua?" ... "Noooo :( el tomabaaa aguaaaa :( " Y si pues, hacemos boludeces porque nos encanta sentir que flotamos. Y haríamos lo que sea por sentir que flotamos otra vez, o en caso de sufrir, haríamos lo que sea para no sentir que empezamos a caer.

La vida es irónicamente divertida, todo da vueltas porque eso queremos.


Somos todos unas bolitas, y nos gusta rodar u.u lo que me hace recordar que soy gorda y que deberías leer mi entrada xD

Unknown dijo...

Ahora sólo me queda buscarme de amantes
la respiración
No mirar a los mapas, seguir en mi mismo
No andar ciertas calles,
olvidar que fue mío una vez cierto libro
O hacer la canción
Y decirte que todo esta igual
la ciudad, los amigos y el mar
esperando por ti,
esperando por ti.
Sigo yendo a Teté semana por semana
te acuerdas de allá
Hoy habló de fusiles despidiendo muertos
Yo se que ella me ama
Es por eso tal vez que te siento en su sala,
aunque ahora no estás.
Y se siente en la conversación,
o será que tengo la impresión,
de la ausencia y de ti,
de la ausencia y de ti.

No quisiera un fracaso en el sabio delito
que es recordar.
Ni en el inevitable defecto que es
la nostalgia de cosas pequeñas y tontas
Como en el tumulto pisarte los pies
Y reír y reír y reír,
Madrugadas sin ir a dormir.
Si, es distinto sin ti.
Muy distinto sin ti.
Las ideas son balas hoy día y no puedo
usar flores por ti.
Hoy quisiera ser viejo y muy sabio y poderte decir
lo que aquí no he podido decirte,
hablar como un árbol
con mi sombra hacia ti.
Como un libro salvado en el mar,
como un muerto que aprende a besar,
para ti, para ti,
para ti, para ti.

Silvio Rodriguez, De la ausencia y de ti.

Anónimo dijo...

El error no es enamorarse y entregarlo todo. El error es pensar que uno se muere cuando se muere el amor.

Cuando tu lo terminas te parece logico; alguna razon tienes,, y terminar es lo correcto, lo justo, lo necesario, lo "lo que sea"... Cuando te terminan, para el otro hay razones, aunque tu no las veas, o no las quieras ver. Y no tiene sentido aferrarse a alguien que decidió no seguir contigo. Y con el tiempo te vas a dar cuenta que tampoco tuvo sentido sufrir taaanto.

En verdad, con el tiempo te vas a dar cuenta que cada relacion te preparó para esa, para la última, la de verdad, la de toda la vida. Y claro que cuando uno se enamora piensa que, ahora si, es para siempre.

Lo bueno de todo es que, siempre, siempre, un dia si es para siempre.