viernes, 14 de enero de 2011

Yo no entiendo a los que no lloran, pero me gustaría entenderlos


Me encuentro a mí misma y ya no sé qué hacer con los sentimientos que se escapan por mis dedos y que ya no puedo contener. Caigo en mi propia trampa, en mi propio dolo, y me retroalimento de él para seguir sufriendo lo mismo por lo mismo. Es inútil. Soy inútil en mi intento de escapar del círculo y abandonar el dolor. No sé qué soy, ni quién soy y no sirvo para esto. Me dejo caer en el círculo y todo vuelve a empezar.

Es una autoflagelación, una pena autoimpuesta.Soy yo contra mí misma y es todo lo que me molesta de mí multiplicado por un millón. Me regocijo en mis inseguridades, me acurruco en mi pena. Las imágenes pasan a mil por segundo y ya no reconozco a esa que me mira en el espejo. Me desfiguro a mí misma, me transformo y me odio porque quiero odiar algo, preferentemente a mí. Cada detalle me irrita, todo lo que soy me enerva. Soy lo que detesto y detesto lo que soy. Ya no sé qué vino primero, mi odio o yo. No sé si soy el producto de mi odio o si llegué a odiar lo que soy.

Y de cierta manera me entretiene, de cierta manera juego con el sentimiento que presiona mi pecho y creo un nuevo problema en mí misma para odiar. De cierta manera juego con el recuerdo de mi odio, desenpolvo mis inseguridades enterradas y les doy un nuevo sentido para existir. Ya no tengo catorce años ni necesito el Prozac, pero juego el mismo juego y caigo en el mismo círculo de hace ya casi cinco años.

No hay mucho más que decir de esto que ya no siento hoy, pero sentí ayer a las cuatro de la madrugada.

La foto es sacada de aquí y es de este artista.

2 comentarios:

. dijo...

"Me regocijo en mis inseguridades". Creo que usaste mal la palabra.

Lele dijo...

Es exactamente lo que quería decir :)